Crónicas clasemedieras: Playa hipster
Por Omar G. Villegas |
La última semana septiembre tomé varios días de vacaciones en la costa de Oaxaca, en específico en Zipolite, archifamosa como una de las pocas playas nudistas de México.
Sin embargo, mi sorpresa fue que este pequeño pueblo turístico con playas de grandes olas y enclaves semiescondidos con nombres tan atractivos como la Playa del Amor, es efectivamente muy hippie pero también hipster. “Es como la Roma con playa”, afirmó mi novio como un resumen perfecto a lo que estoy diciendo.
La colonia Roma en la Ciudad de México es un barrio de gran tradición que se volvió el más hipster de la capital mexicana. Está atestado de restaurantes, galerías, foros culturales, parques renovados, mercados alternativos y gourmet, bares, tiendas de diseñadores jóvenes de todo tipo, librerías, panaderías, sitios especializados en café y/o té. En fin, una oferta inmensa de ocio y experimentación.
Zipolite, un pueblo costeño de vegetación selvática y abundante variedad de insectos que se dieron un banquete conmigo, tenía en 2010 unos mil 59 habitantes, según Wikipedia. La Roma, en ese mismo año, unos 45 mil 205. La diferencia de tamaños en gigantesca, pero lo increíble es que, con todo y eso, la oferta gastronómica de la comunidad oaxaqueña es destacable y deliciosa.
Por el par de calles principales de Zipolite y pueblos aledaños como Mazunte se ve vagar a hippies jóvenes y no tan jóvenes, en su inmensa mayoría extranjeros, se ofrece mota y se reúnen surfistas tostados por el sol y despreocupados. Lo esperable para quienes sólo conocían a Zipo, como se le conoce, por lo que habían leído o escuchado. No obstante esta otra faceta hispter, esa sí que no se le suele mencionar.
Además de la tradicional cocina y exquisita cocina oaxaqueña que incluye las cada vez más populares tlayudas, tacos, moles o aguas frescas, en Zipo se encuentran restaurantes de comida italiana (incluso en uno tomé un limoncello casero delicioso que sedujo por completo a mi madre), tapas, comida fusión, una amplia variedad de mariscos con preparaciones diversas (unas inmensamente atractivas con coco y mango, por ejemplo), hamburguesas veganas, postres locales y otros más elaborados.
Y es que a esa localidad se han exiliado extranjeros y chefs mexicanos cansados de la vida ajetreada en ciudades como la de México. Es así como han conformado un pequeño paraíso gastronómico enmarcado por un ambiente de libertad (al menos aparente para un turista que va de entrada por salida) pues por la playa y en los hoteles, la inmensa mayoría sencillos aunque con servicios y en un ambiente básicamente de adultos, se puede andar desnudo.
Además hay bares, pequeños supermercados con lo básico pero también con delicias especiales como salsas, cafés, pastas o vinos, fruterías y verdulerías y hasta médicos y un cine pequeñito y bibliotecas públicas. Todo, claro está, sin la parafernalia premeditadamente minimalista, alternativa, kitsch, orgánica o nórdica de las metrópolis, pero no por ello menos atractivo o delicioso y, por si fuera poco, en un 200 o 300 por ciento más barato sin demeritar en absoluto presentación y mucho menos cantidad. De hecho ahí sí se sirve comida, no muestras como dice mi madre. Quién diría que en ese sitio tan alejado de la vida urbana hay este pequeño paraíso natural hipster.
Omar G. Villegas | Twitter: @omargvillegas |
Omar G. Villegas (Ciudad de México, 1979). Periodista. Ha ejercido el periodismo cultural y de espectáculos en los diarios Reforma, El Universal, La Crónica de Hoy, El Día y, actualmente, en la cadena Tv Azteca, donde también es guionista. Ha colaborado en revistas como ¡Quién! y DEEP, y en el portal The Huffington Post. Ha publicado narrativa breve en su blog Memorias Consustanciales y ensayos en revistas electrónicas especializadas de México, España y Suramérica como Imágenes del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. Es profesor de Periodismo en la Universidad Iberoamericana. Autor del libro de relatos breves “El jardín de los delirios” (Textofilia, 2012). Egresado de periodismo de la UNAM. Estudió la maestría en Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Salamanca, España, con beca de la Fundación Carolina, y la maestría en Historia del Arte en la UNAM.
Foto: Hipster / Shutterstock
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