Junio 05, 2017

El valor que no se ve: cómo animarte a crecer

El valor que no se ve: cómo animarte a crecer

Por Daniel Colombo |

Una historia para reflexionar:

Cuentan que un alpinista, desesperado por conquistar una altísima montaña, inició su travesía después de años de preparación. El buscaba la gloria solo para él; por lo tanto subió sin compañeros.

Empezó a subir y se le fue haciendo de noche, y no se preparó para acampar, sino que decidió seguir subiendo, y oscureció. La noche cayó con gran pesadez en la altura de la montaña. Ya no se podía ver absolutamente nada. Todo era negro, cero visibilidad, la luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes.

Subiendo por un acantilado, a solo unos pocos metros de la cima, se resbaló y se desplomó por el aire, cayendo a velocidad vertiginosa. El alpinista solo podía ver veloces manchas oscuras y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad.

Siguió cayendo y cayendo. En esos angustiantes momentos le pasaron por su mente todos los episodios gratos y no tan gratos de su vida. Pensaba en la cercanía de la muerte. Sin embargo, de repente, sintió el fortísimo tirón de la larga soga que lo amarraba de la cintura a las estacas clavadas en la roca de la montaña.

En ese momento de quietud, suspendido en el aire, no le quedó más que gritar: – “¡Ayúdame, Dios mío…!”

De repente, una voz grave y profunda de los cielos le contestó:    – ¿Qué quieres que haga?

– ¡Sálvame, Dios mío…!

– ¿Realmente crees que yo te puedo salvar?

– ¡Por supuesto, Señor!

– Entonces corta la cuerda que te sostiene.

 

Hubo un momento de silencio; el hombre se aferró más aún a la cuerda…

Cuenta el equipo de rescate, que al otro día encontraron a un alpinista colgando, muerto, congelado, agarradas sus manos fuertemente a la cuerda… a tan sólo dos metros del suelo.

 

Todos nosotros venimos con nuestra propia carga de experiencias, historias personales y vivencias desde que aparecimos en esta forma física en el mundo (y aún antes, en el vientre que nos concibió).

Con el tiempo, nos fueron entregadas muchas herramientas, y otras que fuimos conquistando a medida que crecimos, incluso aquellas basadas en el ensayo-error e, incluso, como producto de las experiencias dolorosas y límites por las que tal vez hemos atravesado en ciertas etapas.

Algunos posiblemente hayan tenido el precioso regalo de ser estimulados, amados, queridos y abrazados por los mayores y por distintas personas y seres que le entregaron su afecto incondicional. Otros, tal vez han sabido adaptarse como pudieron a un mundo tal vez hostil, a veces doloroso y desafiante, lo cual los ha fortalecido y dado el impulso para salir adelante. A la distancia, seguramente has dicho: “he hecho lo mejor que pude con los recursos que tenía”.

Por eso, el valor en ti mismo, sobre todo cuando no has sido convenientemente acompañado ni estimulado desde la primera infancia, tal vez haya sido uno de los mayores obstáculos que debiste sortear. Miraste con ojos niños a otras personas que, en apariencia, se mostraban fuertes y valerosas, y los observabas con la esperanza interna de, alguna vez, desarrollar esa habilidad y hacerla propia.

·       Qué significa tener valor

Tener valor no es sólo tener coraje; en mayor o menor medida, todos hemos experimentado eso cuando atravesamos algún dolor, el primer desencanto amoroso, cuando nos atrevimos a hacer algo que temíamos o cuando pasas esa barrera –antes infranqueable- de aquello que nos parecía una utopía lograr.

Tener valor es confiar plenamente en tu capacidad, habilidad y fortaleza interna, más allá de lo que ocurra alrededor. Es adoptar una actitud frente a la vida y sus situaciones que va más allá de la justificación. Es aceptar al ciento por ciento tu parte de responsabilidad en cada momento, y, a partir de allí, actuar en consecuencia.

Es borrar los limitantes internos como el “pero”, el “no”, y es, decididamente, plantarte frente al desánimo y el bajón generalizado de un mundo en constante cambio, para reforzar tu fortaleza interna, utilizándola como trampolín hacia lo nuevo.

·       Qué necesitas hacer con mayor frecuencia

Para tener valor hace falta confiar. No se trata, en este caso, sólo de una fe ciega en que algo bueno va a pasar (aunque una buena dosis de esperanza siempre aquieta nuestra ansiedad y desasosiego); sino de revisar conscientemente la cadena interna de confianza y, desde allí, cambiar algunos eslabones que quizás esté débiles u oxidados, por otros más nuevos, basados en la experiencia que da el proceso de crecer y avanzar en la vida. Así, tendrás una nueva cadena de valor interno para usar como guía y apoyo cuando estés ante los desafíos y obstáculos.

También es necesario atreverse a salir de la zona de confort; ese espacio que has construido donde todo te parece normal y difícil de cambiar… aunque se torne poco confortable. Aquí, la clave es: un paso a la vez, hacia la meta que quieras proponerte. Y, una vez que la alcanzaste, fijarte un nuevo pequeño escalón hacia delante. Recuerda: “Pequeños cambios microscópicos, hechos en momentos estratégicos, producen un gran impacto.”

·       Ponte en marcha y no te detengas

Una parte del proceso para recobrar valor es comenzar a limpiar la mente y emociones de aquellas toxinas que la han contaminado durante tantos años.

Aquí van algunos recursos que pueden ser útiles para restaurar el valor en nosotros mismos; sencillas formas de comenzar a operar el cambio que quieres observar y vivir de aquí en más:

–                Toma varios minutos al día para estar en silencio. Si no estás con disposición o entrenamiento para rotular esto como “meditación”, no hay problema: lo importante es que dispongas de un tiempo para estar a solas contigo.

–                Esquiva los mensajes tóxicos. Por ejemplo, las malas noticias de los noticieros y diarios (sin por esto vivir fuera de lo que pasa; más tarde o más temprano te enterarás de todo lo que necesitas saber). Es verdaderamente increíble lo que se opera a nivel celular y espiritual cuando dejas de contaminarte con tantas malas noticias.

–                Utiliza estímulos externos que te ayuden a conectarte con tu valor y la auto confianza en acción. La música, los aromas, los mandalas -esos pintorescos dibujos para colorear-, un hobbie abandonado, pueden ayudarte a crear una mejor experiencia interna que, luego, llevarás a lo externo en tu andar por la vida.

–                Crea una afirmación en positivo: una frase corta, en tiempo presente, que te ayude a recobrar la calma y el equilibrio cada vez que lo necesites. Escríbela y colócala en un lugar visible, y repítela internamente cada vez que quieras.

–                Justo antes de dormirte, haz tu “balance de gratitud”: una lista sólo con las cosas por las que estás agradecido. Este es un buen punto de referencia que actuará en un nivel sutil en las horas de sueño, para comenzar a crear una nueva mirada interna al ejercitarlo con constancia.

–                Comparte tus dones y habilidades. Muchos quizás están sobre-ocupados en tareas cotidianas, y les da pereza destinar tiempo a sí mismos. Sin embargo, está comprobado que encontrarás un mayor equilibrio al hacerlo, también, por otros. Esta retro alimentación es fundamental para empezar a cambiar internamente en forma gradual y a sentirte a gusto y plenos, encontrando parte del sentido de la vida.

–                Caminar, bailar, reír, estar con amigos del alma, leer, participar de actividades recreativas y donde interactúes con otros, pueden ayudarte a conquistar mayor confianza.

–                Busca apoyo en profesionales de las áreas en las que lo necesites. Hay momentos en que necesitarás que te ayuden, guíen y orienten en el camino de desplegar tu propio potencial. Elege personas con la que te sientas a gusto y que promuevan tu crecimiento y tu bienestar.

–                Conéctate con la naturaleza. Caminar descalzo en un parque, dedicar un tiempo a la contemplación de las flores, árboles, cielos, estar al aire libre y hacer algún ejercicio que te resulte placentero, produce un mayor estímulo de endorfinas, “la hormona de la felicidad”. Cuando trabajas centrado en esto, se producen efectos que, entre otros, incluyen una  paulatina disminución de la ansiedad y la sensación de bienestar, tranquilidad, mejora el humor y la visión positiva de los desafíos cotidianos.

–                Sé paciente. Los resultados se conquistan paso a paso. Este ejercicio sobre la ansiedad te traerá mayor sentido, y disfrutarás más del proceso de recobrar el valor que tienen todas las personas; valor que, con determinación y constancia, podrás reforzar y manifestar más claramente en tu vida.

Daniel Colombo | www.danielcolombo.com | Tw @danielcolombopr | Ig: @daniel.colombo

Coach especializado en alta gerencia y profesionales; conferencista internacional; escritor y comunicador profesional

 

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