Reflexiones a propósito del Día Internacional para la Tolerancia
El 16 de noviembre de 1995, los Estados miembros de la UNESCO (la agencia de Naciones Unidas para la Cultura y la Educación) habían aprobado la Declaración de Principios sobre la Tolerancia y el seguimiento del Año de las Naciones Unidas para la Tolerancia, que se había celebrado ese mismo año.
El 12 de diciembre de 1996, la Asamblea General invitó a los Estados Miembros a que todos los años, el 16 de noviembre, observaran el Día Internacional para la Tolerancia, organizando actividades dirigidas tanto a centros educativos como al público en general.
En el mundo actual aún son continuas las manifestaciones de intolerancia. Se progresa hacia la comprensión universal, sigue existiendo entre nosotros la peor y más bárbara intolerancia, que alimenta el odio y hasta el derramamiento de sangre entre las personas o comunidades.
La tolerancia supone un esfuerzo
Es muy familiar para todos nosotros la cara de la intolerancia, quiera dársele el nombre que se quiera: miedo, ignorancia, cólera o manifestaciones torpes de prepotencia. Sin embargo, el significado de la palabra ‘tolerancia’ no parece tan claro para nosotros, hasta el punto de que muchos afirman que implica un mensaje de condescendencia, de ‘dejar hacer’ a regañadientes o de indiferencia ante las creencias, tradiciones y sentimientos de los demás. ¿Es tolerancia cerrar los ojos ante las actitudes racistas? ¿Ignorar a nuestro vecino inmigrante? ¿Pensar «hagan lo que quieran mientras a mi no me afecte»?
Así lo vio alemán Bertold Bretch en su poema «Ahora me llevan a mí» que hace referencia al desarrollo del nazismo antes de la Segunda Guerra Mundial:
Primero se llevaron a los comunistas
pero a mi no me importó
porque yo no lo era.
Enseguida se llevaron a unos obreros
pero a mi no me importó
porque yo tampoco lo era.
Después detuvieron a los sindicalistas
pero a mi no me importó
porque yo no soy sindicalista.
Luego apresaron a unos curas
pero como yo no soy religioso
tampoco me importó.
Ahora me llevan a mi
pero ya es tarde.
Bertold Bretch
Hay otra manera de ver la tolerancia en un sentido más positivo. La ‘tolerancia activa’ supone un esfuerzo por comprender a los otros, evitar los resentimientos, exige un cambio en la manera de pensar y en los sentimientos, pero es la única manera de conseguir una armonía verdadera que cure antiguas heridas y reduzca las sospechas entre las personas.
En el Día Internacional de la Tolerancia, comprometámonos con una tolerancia activa que permita a los seres humanos aceptarse, respetarse y vivir en paz los unos con los otros. Luchar contra la intolerancia cuesta trabajo, pero es la única manera de evitar que, algún día, podamos acabar como el personaje del poema.
Con información de: platea.pntic.mec.es | Foto: Tolerancia / Shutterstock
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