A propósito del Día Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales
Cada día que pasa la vulnerabilidad de los grupos humanos aumenta considerablemente. Asistimos cada vez con mayor frecuencia a noticias que nos cuentan cómo un pueblo ha sido arrasado por una avalancha de aguas torrenciales, o cómo una zona se ve sumida en un desastre provocado por un movimiento sísmico. A su vez, los costos económicos que implican paliar los daños causados por los desastres naturales aumentan proporcionalmente.
Aunque quizá deberíamos plantearnos seriamente si los desastres de los que hablamos son ‘naturales’ o si, por el contrario, son más bien provocados por la mano del ser humano en su prepotencia de dominador del planeta. Por la información de que se dispone actualmente la gran mayoría de los desastres así llamados naturales son producto de los daños que estamos causando a la atmósfera, a los océanos, a las capas de hielo polar, a los bosques, etc. Las consecuencias que conlleva el maltrato sistemático de la naturaleza hace que aumente, paradójicamente, nuestra vulnerabilidad.
Sin embargo los daños causados a la naturaleza no son el único factor que hace que esté aumentando la vulnerabilidad de gran cantidad de comunidades humanas en el planeta. La tendencia de las poblaciones para situar sus asentamientos en áreas sísmicas, en zonas de evidente peligro de inundación, en zonas de posibles avalanchas, etc. tiene mucho que ver con la superpoblación que se está sufriendo actualmente. Además, la pobreza la ignorancia y la falta de previsión y planificación por parte de los poderes que tienen capacidad de decisión sobre la situación de los pueblos que gobiernan, acentúan la peligrosidad de los desastres ‘naturales’.
Por si esto fuera poco, es mucho más grave saber que una parte de los desastres naturales podrían haber sido evitados si toda la tecnología de la que se dispone fuera puesta al servicio de las poblaciones, precisamente, con menos recursos económicos. Se guarda esta tecnología para los departamentos de investigación, permanece durmiendo en despachos mientras que su uso podría ser vital para una buena parte de la población en riesgo de padecer sucesos como los que estamos comentando.
Desde la comunidad de naciones se está intentando llevar a cabo una Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres que intenta ofrecer esperanzas y unir a tres colectivos clave en este problema: las Naciones Unidas, grupos regionales y la sociedad civil. Aunque esta estrategia necesita, ante todo, la participación de los colectivos más desfavorecidos que poseen conocimiento directo e información de primera mano acerca de los factores, causas y efectos que tienen estos desastres en el mundo, como son los jóvenes y las mujeres.
Por otro lado en el marco del Decenio Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales, la Asamblea General designó el segundo miércoles de octubre como Día Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales, que se observaría durante todos los años durante el Decenio (resolución 44/236).
Foto: think4photop / Shutterstock.com
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