Noviembre 09, 2018

¿Por qué las mujeres ya pueden conducir en Arabia Saudí? La razón es económica

¿Por qué las mujeres ya pueden conducir en Arabia Saudí? La razón es económica

Martin Hvidt, University of Southern Denmark

Después de muchos años de protestas, desde el 24 de junio las mujeres en Arabia Saudí pueden conducir legalmente. Es la reforma más llamativa de una serie de decisiones recientes tomadas por el rey saudí, Salmán bin Abdulaziz, y su heredero, el príncipe Mohamed bin Salmán, para fortalecer el papel de las mujeres en aquella sociedad.

Unas medidas que incluyen más puestos de trabajo para mujeres en el sector público, una aparente relajación de su estricto código de vestimenta, la extensión del sufragio a las mujeres para votar y para ser candidatas en las elecciones municipales, y pequeños pero importantes pasos para disminuir la tutela masculina en un país que todavía impone el consentimiento de un hombre de la familia para que una mujer pueda tomar decisiones importantes.

En las semanas previas a que se levantara la prohibición, varias conductoras fueron detenidas, lo que generó algunas dudas sobre la determinación del gobierno para relajar el control social sobre su población femenina. En un país donde el control central de los ministerios es relativamente débil, es probable que estas detenciones sean consecuencia del descontento de los grupos religiosos con el contenido y la velocidad de aplicación de las reformas.

Se sabe que Arabia Saudí es uno de los regímenes más conservadores del mundo. Entonces, ¿por qué está teniendo lugar esta relajación del control sobre las mujeres? En una investigación reciente, sostengo que el país necesita impulsar su economía incrementando la productividad laboral de hombres y mujeres.

Arabia Saudí se encuentra en una delicada situación económica. Durante los últimos 60 años, los abundantes ingresos del petróleo han permitido al gobierno ofrecer a sus súbditos un estado del bienestar asegurado de por vida, con vivienda gratuita entre otros beneficios, como empleos bien remunerados en el sector público, largas vacaciones y jubilación anticipada.

El modelo funcionó bien mientras la población era escasa y los ingresos del petróleo abundantes. Pero ya no es así. La población crece rápidamente y continuará haciéndolo. Hoy, el 60% de los 22 millones de ciudadanos saudíes tiene menos de 30 años. En 2014, el precio del petróleo cayó en picado —aunque ahora se haya recuperado un poco—, lo que tuvo un importante impacto negativo en los ingresos del Estado.

Riad: la mirada puesta en 2030.
via www.shutterstock.com

Con esto presente, en 2017 el príncipe heredero anunció Visión Saudí 2030, la reforma más radical de la economía saudí hasta la fecha. El objetivo a largo plazo es convertir una economía dependiente de los ingresos del petróleo en una economía postpetrolera, que exigirá la incorporación al mercado laboral de buena parte de la población.

De los 12 millones de trabajos remunerados de Arabia Saudí, actualmente solo 5 millones están ocupados por nacionales, mientras que los 7 millones restantes están en manos de migrantes. Otra exigencia del plan Visión 2030 es que el criterio para contratar empleados se base en el mérito y no en las relaciones familiares o tribales.

Mujeres como mano de obra

Las mujeres desempeñan un rol importante en Visión 2030. Las saudíes tienen mejor nivel educativo que los hombres, por lo que el gobierno cree que pueden desempeñar un papel más activo en el desarrollo del país. También cree el gobierno que las mujeres serán menos reticentes que los hombres a ocupar determinados puestos, como el de enfermera u otros del sector servicios que actualmente realizan los migrantes.

Actualmente, solo uno de cada cinco asalariados del país es mujer, un porcentaje extremadamente bajo en comparación con otros países.

Una de las razones por las que las mujeres están ausentes del mercado laboral tiene que ver con la tradición religiosa que dice que las mujeres deben cuidar el hogar mientras los hombres trabajan fuera de casa. A esto se suma una serie de impedimentos prácticos que dificultan que las mujeres trabajen si así lo desean. El más importante ha sido este de las mujeres y el transporte.

Arabia Saudí tiene un clima muy cálido que impide, por ejemplo, estar al sol, aunque sea un rato. Las ciudades están diseñadas al estilo americano, con largas distancias entre el trabajo, el hogar, los servicios y los centros comerciales. Incluso si no hubiera barreras culturales, las posibilidades de que las mujeres caminasen o fuesen en bicicleta al trabajo son muy limitadas. El transporte público está muy poco desarrollado y, culturalmente, los taxis no son una opción a no ser que dos mujeres viajen juntas. La prohibición de conducir ha implicado que para salir de casa una mujer debía ir obligatoriamente con un pariente hombre, o con un chófer quienes pudiesen pagarlo.

Hombres ausentes

Para las familias acomodadas, contratar un conductor y comprar un vehículo adicional no es problema, pero para la mayoría de los funcionarios tener un conductor es simplemente un lujo. El príncipe heredero también instó a las diversas administraciones a desarrollar el transporte público pensando en las mujeres.

El transporte también influye en el desempeño laboral de los hombres. Los maridos sin conductor se ven impelidos a ausentarse del trabajo para llevar a sus esposas al dentista, al médico o a otras citas importantes. La mayoría de los directivos que he conocido durante mi investigación en Arabia Saudí, al menos los del sector público, aceptan esta norma cultural, lo que implica que llevar a la esposa es una razón legítima para ausentarse del trabajo.

Esto hace que levantar la prohibición a las mujeres sea un paso esencial para lograr que la economía saudí sea más eficiente a largo plazo. Probablemente esta medida aportará mujeres capacitadas al mercado laboral, al tiempo que aumentará la eficiencia de la mano de obra masculina. Pero sobre todo supone un cambio en las normas culturales que permitirá a hombres y mujeres ocupar los mismos espacios y trabajar en igualdad.The Conversation

Martin Hvidt, Associate Professor at the Centre for Contemporary Middle East Studies, University of Southern Denmark

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

 

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