Oratoria: 9 técnicas para ampliar tu vocabulario, por Daniel Colombo
Uno de los principales inconvenientes de los oradores y voceros inexpertos es su escasez de lenguaje. Como es de imaginar, constituye una gran limitante que genera frustración por no poder encontrar las palabras justas para comunicar sus ideas en forma apropiada, y, a la vez, aumenta el miedo y el pánico escénico por el temor de quedarse en blanco o no ser lo suficientemente solvente para expresarse.
La falta de recursos de este tipo es directamente proporcional a la poca calidad de su desempeño en todo tipo de situaciones. La imagen que proyecta es pobre, no llama la atención y tampoco aporta nada positivo o valioso para el público. Sabe a poco.
En términos generales, en Hispanoamérica, una persona promedio utiliza alrededor de 300 palabras en su “diccionario personal” cotidiano. Sin embargo, las personas con educación superior o universitaria llegan a aplicar unas 500 (a las que se agrega la terminología técnica específica). Las que tienen estudios secundarios, alrededor de 250; sólo estudios primarios, unas 180; y sin haber accedido a la educación, unas 100.
Como dato complementario, un escritor de renombre utiliza alrededor de 3000 palabras, y Cervantes, el célebre autor español, unas 8000.
¿Qué se puede hacer para ampliar el vocabulario?
Aquí van 9 recursos prácticos gratuitos para empezar ya mismo, para enriquecer tu lenguaje a la hora de hablar en público, y, al mismo tiempo, en la vida en general, y también cuando escribes:
- Leer todo tipo de textos. Principalmente libros de ficción, ensayos y grandes autores. Actualmente tenemos un acceso ilimitado a todo tipo de literatura, artículos, investigaciones, informes especiales y trabajos alrededor de cualquier tema. La sugerencia es que, a la par de acceder a tus temas preferidos o las noticias de la prensa, incorpores otro tipo de materiales complementarios para enriquecer tu expresión verbal. Tips para practicar: 1) Lee en voz alta o en voz baja, anotando en un block los términos que no conoces para buscarlos en el diccionario e incorporarlos en tu lenguaje. 2) Ponte una meta creciente de leer de menos a más páginas cada día -por ejemplo, empezar con 5 páginas por día, y aumentar una en cada día siguiente-. 3) Grábate y revisa los videos para detectar muletillas y cómo podrías evitarlas.
- Aprender el significado de nuevos términos y su origen. Cada palabra dicha tiene la fuerza de una idea, acertada o no. Es importante conocer qué significa el nuevo término a sumar a tu diccionario; y averiguar su etimología, que es de dónde proviene. Esta herramienta es sumamente útil, ya que te brindará un contexto esencial para darle fuerza a tus ideas.
- Utilizar sinónimos y antónimos. Se trata de adjetivos que, en el caso del sinónimo, reemplazan la palabra original sin alterar su significado esencial en el contexto en que la dices. El antónimo es exactamente lo opuesto. Alternar su uso al hablar en público te permitirá evitar reiterar palabras que terminan cansando a la gente. Serán de gran utilidad para hacer comparaciones y analogías (¡Acabas de conocer otros dos recursos lingüísticos adicionales para utilizar!).
- Registrar notas con términos y transformarlos en ideas. Cuando preparas tus presentaciones, anota las palabras claves de la estructura. Luego, convierte esas palabras en ideas más desarrolladas. Ideas breves que enlazarás unas con otras para darle sentido de unidad y transversalidad a lo que quieres comunicar. Recuerda incorporar cada vez más palabras nuevas en tu vocabulario.
- Ver y asistir a conferencias de referentes y analizar de qué forma expresan sus conceptos. Esta herramienta te permitirá modelar a las personas exitosas en tu ámbito, para conocer en profundidad qué herramientas aplican para transmitir sus conceptos.
- Escribir las tres ideas claves y reescribirlas tres veces. Cada situación de hablar en público contiene varias ideas esenciales, que son los cimientos de tu mensaje. Este ejercicio consiste en que escribas las tres fundamentales y que las vuelvas a escribir de maneras completamente diferentes, sin alterar el sentido de lo que quieres expresar. Así, enriquecerás la terminología que empleas para decir lo mismo.
- Conversar con personas que tengan un buen uso del vocabulario. Conviene que estés atento a las oportunidades de charlar con gente distinta a ti; te nutrirá de esquemas de pensamiento y formas de conectar las ideas que puedes practicar para mejorar tu léxico.
- Desarrolla la curiosidad. Este hábito es esencial para aprender a expresarse mejor, ya que te permite conectar los dos hemisferios de tu cerebro, generar un estímulo nuevo (por ejemplo, de qué forma podrías decir lo mismo utilizando palabras distintas), y, a la vez, estás experimentando lo nuevo: la mejor forma de aprender.
- Pide ayuda y mejora tu oratoria. Entrenarse con profesionales experimentados es una excelente alternativa para que venzas el miedo a hablar en público y a sentir que eres corto de vocabulario. A su vez, puedes pedir a personas de confianza que te digan con sus propias palabras, un párrafo que les compartes: observa qué dicen, cómo lo hacen y de qué forma lo resignifican (le dan un nuevo significado) tan sólo con pasarlo al diccionario que ellos dominan. Toma lo mejor de cada uno y aplícalo en tu oratoria.
Finalmente, recuerda que las palabras al hablar en público son menos del diez por ciento del total de tu acto de comunicación: lo que predomina es la comunicación no verbal (gestos) en un 55% y el tono de voz en un 38%. Por lo que te hará sentir más seguro el diseñar una propuesta gestual, matices, pausas y conexión emocional con el público, además del contenido de palabras en tus presentaciones.
Foto: Shutterstock
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