La oleada de brasileños en la frontera sur pone en alerta a Estados Unidos
Cientos de brasileños cruzan cada día la frontera sur, entre Estados Unidos y México. Los locales cercanos al aeropuerto de Ciudad Juárez se han convertido en una posada para muchos de los que llegan en medio de su travesía de más de 9,500 kilómetros.
Todos tienen algo en común: la esperanza de llegar, solicitar asilo político y encontrar un trabajo con el que pueda mejorar sus condiciones de vida en Brasil.
Hacen lo mismo que miles de familias de Honduras, El Salvador y Guatemala, tres países a los que se les conoce como el Triángulo Norte, que cruzan la frontera y solicitan asilo en Estados Unidos.
La oleada de brasileños en este país representa una cuarta parte de los inmigrantes interceptados en El Paso, lo que supone el mayor número de migrantes detenidos después de los mexicanos.
Récord de brasileños arrestados
Unos 18.000 brasileños fueron arrestados en el último año fiscal, que terminó en octubre. Esa cifra representa un aumento del 600 por ciento en comparación con el último récord, alcanzado en 2016. El 95 por ciento de ellos son aprehendidos en el Sector El Paso, que abarca el sur de Nuevo México y el oeste de Texas, según datos proporcionados por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP por sus siglas en inglés).
El director interino de la CBP, Mark Morgan, aseguró que la administración estadounidense se ha comprometido a intentar bloquear el asilo a los migrantes que no sean hispanohablantes que provengan de Centroamérica y Sudamérica.
En comparecencia pública manifestó que Estados Unidos está “viendo otra vez a individuos de países extraterritoriales y extracontinentales, llegando de Brasil, Haití, africanos”, según recoge la agencia AP.
Plan estratégico para abordar la crisis
Por esa razón, aseguró que van a implementar un plan estratégico para abordar esta situación, de la misma manera que lo hicieron “para abordar el problema con las familias del Triángulo Norte”.
La iniciativa pasa por obligar a las familias a esperar durante meses en ciudades fronterizas, muchas veces peligrosas, mientras se resuelve su petición de asilo. También se valora la posibilidad de regresar a estos inmigrantes a México para que esperen sus audiencias en la corte.
Esta situación ha provocado que, a día de hoy, se realicen unas “pseudo deportaciones” a países de América Latina donde estos inmigrantes jamás han vivido. Así que la dificultad por encontrar un empleo o acceder a los servicios básicos es mucho mayor.
Estas familias no son detenidas por un tiempo indefinido, sino que se las ubica en la red de albergues Annunciation House y allí pueden hospedarse mientras coordinan sus viajes a otras ciudades estadounidenses.
Entre 2015 y 2016, Brasil sufrió la peor recesión de su historia y parece que la cosa no mejora. Llevan tres años con este deplorable escenario económico y, si las cosas continúan igual, el crecimiento tan solo será del 1 por ciento.
Esa situación comporta una alta tasa de desempleo, que se mantiene en las cifras de dos dígitos: el último dato fue de 11.6 por ciento.
Así que los brasileños que llegan a Estados Unidos con la ilusión puesta en el asilo cada vez lo tienen más difícil. La justificación de querer escapar de la violencia pandillera de Brasil no basta para quedarse en el país.
Más burocracia y un proceso mucho más lento
Por eso, ahora es mucho más complicado para ellos solicitar visados de turismo y de estudiantes. Muchos son adultos solteros que acaban en un centro de detención mientras se procesan sus detenciones de asilo, otros se hacen pasar por padres de menores con identificaciones falsas obtenidas en Brasil.
Parece que la situación no va a mejorar: la administración de Donald Trump ya está preparada para hacer frente a una nueva crisis humanitaria. Esta vez con migrantes brasileños.
Con información de VOA noticias / Imagen: Shutterstock
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