¿De dónde surge la solidaridad?
Crónicas clasemedieras | Por Omar G. Villegas
Recientemente leí el discurso de aceptación del Nobel de Literatura 2015 de Svetlana Alexiévich titulado “Sobre la batalla perdida” y en cada referencia que hacía de Rusia y el “hombre ojo” sentía que se expresaba sobre México. Tenía la impresión de que el nombre de Rusia podría ser intercambiado por el de México o cualquier otro país de América Latina, Medio Oriente o Asia sin que se alterara el sentido profundo de la idea.
Van aquí unos ejemplos de lo que digo:
1) “Todavía no somos capaces de interpretar lo que nos ha ocurrido, lo que nos está ocurriendo, solo necesitamos pronunciarlo. Así se empieza. Primero tenemos que pronunciarlo. Nuestro pasado nos asusta hasta que somos capaces de asumirlo”.
2) “Nuestro principal capital es el sufrimiento. Ni el petróleo, ni el gas, sino el sufrimiento. Es lo único que explotamos constantemente. No paro de buscar la respuesta a eso: ¿Por qué nuestro sufrimiento no se convierte en libertad? ¿De veras es inútil? Chaadáev tenía razón: ‘Rusia es un país sin memoria, es el espacio de la amnesia total, la conciencia virgen para la crítica y la reflexión’. Y eso que tenemos grandes libros amontonados bajo nuestros pies…”
3) “El hombre ‘rojo’ era incapaz de entrar en el reino de la libertad que había soñado sentado en su cocina. Se repartieron Rusia sin él, y se quedó sin nada. Humillado y desvalijado. Agresivo y peligroso”.
Mientras leía, pensaba en todo lo que tenemos en común las personas sin importar dónde vivamos. El sufrimiento es una de esas coincidencias de la experiencia humana que todos compartimos. Luego pensé en por qué si somos tan similares, incluso hemos pasado por momentos tan semejantes, nos confrontamos de una manera tan violenta. ¿Por qué si tenemos historias parecidas nos tratamos como desconocidos y nos despreciamos, juzgamos y aniquilamos?
Fue entonces que me dio por lamentar que nos demos la espalda en lugar de reflejarnos y reconocernos en el sufrimiento (y la alegría) de los otros. Vaya, no se trata de regodearnos en el dolor, pero sí hallar ahí el germen de la solidaridad. Creo que ahí es donde está. Al menos en gran medida. También ahí se halla el ánimo para desterrar nuestra perversidad y encontrar la comprensión del otro.
No sé por qué mecanismo me dio por pensar, por ejemplo, en esas abuelas rusas que padecieron hambre durante la guerra. Pensar que se asemejan a mis abuelos paternos que sufrieron lo mismo en la Sierra de Oaxaca. Vivieron otro mundo y ahora avanzan en este con la experiencia a cuestas y con la intención de comprender… Me acordé de esos jóvenes rusos que golpean a otros chicos gays por una terrible ola de homofobia e, inmediatamente después, traigo a la mente a mis abuelos conviviendo con mi novio.
Es decir, en un momento las nuevas generaciones perdemos el sentido y la capacidad de reconocernos en los dolores de otros cuando gente mayor, ya curtida por atrocidades, es capaz de abrir su mente y su corazón hacia los demás por muy distintos que seamos. Incluso cuando seamos contrarios al status quo por ellos conocido y que ahora desafían en un ejercicio intelectual supremo.
“Un tiempo lleno de esperanzas ha sido sustituido por un tiempo de miedos. El tiempo va en dirección contraria. Ahora vivimos un tiempo de segunda mano”, dice Svetlana Alexiévich. Y más que nunca necesitamos hacer brotar la solidaridad.
Omar G. Villegas | Twitter: @omargvillegas |
Omar G. Villegas (Ciudad de México, 1979). Periodista. Ha ejercido el periodismo cultural y de espectáculos en los diarios Reforma, El Universal, La Crónica de Hoy, El Día y, actualmente, en la cadena Tv Azteca, donde también es guionista. Ha colaborado en revistas como ¡Quién! y DEEP, y en el portal The Huffington Post. Ha publicado narrativa breve en su blog Memorias Consustanciales y ensayos en revistas electrónicas especializadas de México, España y Suramérica como Imágenes del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. Es profesor de Periodismo en la Universidad Iberoamericana. Autor del libro de relatos breves “El jardín de los delirios” (Textofilia, 2012). Egresado de periodismo de la UNAM. Estudió la maestría en Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Salamanca, España, con beca de la Fundación Carolina, y la maestría en Historia del Arte en la UNAM.
Foto: Solidaridad / Shutterstock
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