Crónicas clasemedieras: Patanas; por Omar G. Villegas
Por Omar G. Villegas |
Me di a la tarea de buscar en la red un símil de la palabra patán aplicado a las mujeres por razones que expresaré más adelante. Pensaba que la palabra patán sólo era masculina, hasta que me encontré con el siguiente párrafo en la web de la Academia Mexicana de Lengua:
“La palabra patán, según el Diccionario de la Lengua Española, es un sustantivo masculino; sin embargo, el Diccionario de Mexicanismos de la Academia Mexicana de la Lengua registra las voces patán como término masculino y patana como femenino de este término, que se define como ‘persona de modales ineducados, vulgar, abusiva y grosera’”.
Es decir, en México para las mujeres aplicaría el término patanas. Y ahora sí comparto lo que me llevó a buscar esta referencia. En el trabajo hay compañeras que quitan la silla, que interrumpen conversaciones, que gritan y se carcajean sin respetar el espacio común, que arman bullicios y reuniones improvisadas aunque otros están trabajando.
En el transporte público hay mujeres que se abren paso a empujones y gritos, que golpean y manosean, que insultan. En la calle hay mujeres que faltan al respeto a toda norma de convivencia y se saltan filas o protocolos, se pasan altos y cometen infracciones que no están dispuestas a pagar, ningunean a hombres, mujeres o niños, son clasistas y prejuiciosas, son despóticas porque, según expresan, son mujeres. “Damas”.
Yo por eso prefiero la amabilidad a la caballerosidad. La amabilidad es indistinta. Para todos. Entre todos. La caballerosidad es excluyente y machista. Un mecanismo paternalista que considera al otro débil, indefenso o inútil aunque no sea así. En todo caso es una reafirmación del macho.
No hace tanto, por ejemplo, vi a una patana en el transporte público: una que se abalanzó al asiento reservado empujando a un anciano y, más tarde, ignorando a dos señoras indígenas que llevaban a una niña en brazos que se pararon frente a ella. Iba «protegida» por uno de esos patanes sin consideración por los demás que seguramente considera caballeroso solapar, proteger e incluso animar las patanerías de su novia. De esos que amurallan a «sus» mujeres con sus brazos sin importar que estorben, incomoden o lastimen a los demás.
Considero que es tan insoportable un hombre patán como una mujer patana y entre ellas las hay, también, de la peor calaña. Más amabilidad (diversa), menos caballerosidad. Más amabilidad contra la patanería.
Omar G. Villegas | Twitter: @omargvillegas |
Omar G. Villegas (Ciudad de México, 1979). Periodista. Ha ejercido el periodismo cultural y de espectáculos en los diarios Reforma, El Universal, La Crónica de Hoy, El Día y, actualmente, en la cadena Tv Azteca, donde también es guionista. Ha colaborado en revistas como ¡Quién! y DEEP, y en el portal The Huffington Post. Ha publicado narrativa breve en su blog Memorias Consustanciales y ensayos en revistas electrónicas especializadas de México, España y Suramérica como Imágenes del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. Es profesor de Periodismo en la Universidad Iberoamericana. Autor del libro de relatos breves “El jardín de los delirios” (Textofilia, 2012). Egresado de periodismo de la UNAM. Estudió la maestría en Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Salamanca, España, con beca de la Fundación Carolina, y la maestría en Historia del Arte en la UNAM.
Foto: Mujer agresiva / Shutterstock
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