‘«Con tus palabras creas, sanas o destruyes». Tanto en tu vida como en la de los demás’ por Christopher Barquero
Christopher Barquero | Life Coach @ChrisBarquero |
Durante la década de los 90, José Lima fue el lanzador estrella de los Astros de Houston. Una temporada, ganó 20 partidos y fue considerado uno de los mejores lanzadores de la liga. Cuando los Astros se trasladaron desde el Astrodome a su nuevo estadio, la valla en el jardín izquierdo estaba mucho más cerca de la valla en el Astrodome. Esto favoreció a los bateadores y lo hizo más difícil para los lanzadores. La primera vez que José Lima fue al nuevo estadio, se puso de pie en el montículo, miró a la cerca, y las primeras palabras que salieron de su boca fueron: «Nunca seré capaz de lanzar aquí. La cerca es demasiado cerca». Efectivamente, él pasó de ser un ganador de 20 juegos a un perdedor de 16 juegos. Fue uno de los mayores cambios radicales negativos en la historia de los Astros. Él profetizó su futuro.
Esta reflexión, que llegó a mí gracias a uno de los libros de autor de best sellers Joel Osteen, refuerza algo que he aprendido, práctico y vigilo a diario desde que inicié mi tránsito por los caminos relacionados con los temas de crecimiento y desarrollo personal, inteligencia emocional y metafísica: con tus palabras creas, sanas o destruyes. Tanto en tu vida como en la de los demás.
Bien lo dice la maestra de metafísica Florence Scovel: «cambia tus palabras y cambiarás tu mundo, porque la palabra es tu mundo. La vida y la muerte están en el poder del hablar. Observa tus palabras con toda diligencia. Tú estás cosechando continuamente los frutos de tus palabras». Vaya gran verdad que muchas veces olvidamos.
¿Estás pasando por un momento difícil, actualmente? Un consejo: no utilices palabras para describir la situación o estar recordándola a cada momento, ¡utiliza tus palabras para cambiar la situación! Durante todo el día trata de decir: » Yo soy fuerte. Tengo salud. Salgo adelante, todo lo bueno viene a mí. Puedo manejar cualquier cosa que la vida me entregue. Puedo hacer todo lo que necesito hacer en la vida. Soy más que vencedor. Yo puedo.»
Cuando hablas así, estás bendiciendo tu vida, estás hablando a favor de tu futuro. Todos hemos tenido temporadas en que los desafíos de la vida nos abruman y en esos momentos es fácil caer en la tentación de hablar sobre cómo las cosas van de mal y cuanto más se habla de algo, más grande se convierte en tu mente y se manifiesta en tu vida.
En un periodo de mi vida, lo único que salía de mi boca eran quejas, resentimiento, rencor, palabras de decepción, tristeza, amargura y desesperación. Eran mi constante y hasta puedo decir que era tal mi inconsciencia que ya me brotaban del corazón. Y, claro está, me llovía sobre mojado. Literalmente parecía «mala suerte» el famoso personaje de la conocida serie “Los Picapiedra”, quien siempre tenía una nube gris y lluviosa encima.
Afortunadamente y luego de un buen tiempo nada agradable en el confort de la negatividad, aprendí que todos somos magos pues se nos ha concedido la capacidad de crear, elegir, optar por ser felices y disfrutar abrazando la vida, incluso por encima de lo que frecuentemente la mayoría se empeña en llamar «problemas» o «dificultades». Todo depende de nuestros pensamientos, palabras y acciones.
Sí, nuestras palabras dan vida a situaciones que nos hacen avanzar o nos pueden hundir en un pozo de tristeza, amargura, desesperación o depresión. A nosotros y a los demás.
Tengo claro que todo lo que se manifiesta en nuestras vidas es un conjunto de coordinar entre lo que sentimos, lo que pensamos y lo que hacemos. Debemos analizar y revisar a diario nuestras palabras. Recuerda siempre, que tus palabras deben ir en dirección que deseas que vaya tu vida y que, una actitud positiva te brinda la capacidad para afrontar cada situación y eso te da poder sobre las circunstancias, en lugar de permitir que las circunstancias tengan poder sobre ti, pero todo depende de las palabras que utilices.
Y es muy conveniente deshacernos de palabras negativas o que en vez de aportar y sumar, de motivarnos, nos alejan de nuestras metas y temer una vida mejor. Como bien dice Og Mandino en su Pergamino Número Tres: «Jamás aceptaré la derrota y borraré de mi vocabulario palabras o frases como abandono, no puedo, imposible, irrealizable, improbable, fracaso, impráctico, sin esperanzas y retirada; porque son palabras de necios». Este punto es básico para cualquier meta que deseemos en la vida, hablo de una relación en pareja, un trabajo, la materialización de algo material, en fin, para todo.
Podemos constatar cómo a lo largo de la historia de la humanidad los líderes y pensadores han utilizado el poder de las palabras para modificar nuestra emocionalidad y enrolarnos en sus causas. Muchos somos conscientes del poderoso papel que juegan las palabras cuando un orador nos conmueve con ellas, pero pocos nos damos cuenta la manera como vive en nosotros ese poder permitiéndonos elegir un vocabulario que nos impulse a la acción o realmente nos lleve por el camino de nuestros objetivos. (Usa palabras que te empoderen, no que te limiten).
Es frecuente, en las redes sociales, encontrarnos con gente que practica el deporte de la queja y para quienes frases como: «es muy difícil», «no se puede», «qué pereza», «es imposible», «tenía que pasarme a mí», «no tengo salud», «tengo que trabajar» y otras, son sus preferidas.
Por lo general, la más usada es: «es muy difícil» y mi respuesta: es difícil desde el momento que tú dices que lo es, o ante el «no puedo» les comento que definitivamente no podrán pues ellos mismos están diciendo y decretando que no pueden. Así de simple es, todo lo que con tu boca decretas se manifiesta en tu vida, puedes crear y cambiar para bien o puedes sepultarte. Bien lo dijo Carlile: «aquellos que usan a menudo la palabra imposible tienen muy poca suerte en la vida». Analiza si no es por lo que de tu boca sale que no estás avanzando como quisieras.
Hay personas que desde que se levantan es quejándose, maldiciendo, renegando de la vida y de todo lo que tienen y esto, obviamente no atrae nada más que situaciones negativas. Cada vez que dices «no puedo» pierdes la oportunidad de demostrarte a ti mismo de las cosas que eres capaz.
Está comprobado que las palabras no sólo tienen un profundo efecto sobre nuestra estima sino también para darle sentido a lo que hacemos. Las palabras que nos decimos a nosotros mismos por medio de nuestra conversación interna nos pueden programar para ganar o para perder de la misma manera que el vocabulario que empleamos con los demás, nos puede asistir a mantener una buena comunicación.
Tengo muy presente una de las primeras escenas de la película «Historias cruzadas», en la cual la protagonista, Viola Davis, en su personaje de Aibileen, como nana de la niña llamada Mae Mobley, le dice: «tú eres buena, tú eres inteligente, tú eres importante». Cuántas inseguridades, complejos y traumas me hubiera evitado yo -y quizás tú- si desde niño me hubieran dado esas palabras para infundirme seguridad, confianza y poder en la vida. Lo bueno es que nunca es tarde e igual que yo puedes aprender a decírtelas y decirlas a los demás. Debemos hacernos responsables de la realidad que creamos a partir de lo que decimos. Y es importante que nuestros niños aprendan eso.
¿Cuántas veces nos encontramos diciendo: es imposible o no hay nada qué hacer? Frases perfectas si lo que deseamos es cerrarnos a soluciones o posibilidades.
¿Acaso no nos damos cuenta de qué manera esas frases nos cierran a nuevas posibilidades? Si dijéramos en lugar de eso: busquemos algunas alternativas que seguro algo encontraremos. Estaría mejor, ¿verdad? De hecho, estarías diciendo lo mismo, pero con diferente actitud y postura frente a los resultados.
Una situación muy frecuente en las sesiones de coaching que comparto con quienes confían en mí como guía, es que repiten: «tengo que hacer tal cosa», como si alguien les obligara a hacer algo y siempre les pregunto: ¿no te sentirías mejor si dijeras: elijo hacer tal cosa o voy a hacer tal cosa porque me conviene?
Un aspecto clave de nuestras palabras que es más que conocido gracias a la Louis L. Hay, es que la salud podría conservarse indefinidamente si nos orientamos en pensamientos, sentimientos, emociones y palabras creativas y, por sobre todo, bien intencionadas.
Cuando utilizamos decretos a nuestro favor, enfocados en lo bueno y en lo positivo, hacemos que la energía, nuestra mente y vida se programen para recibir lo mejor. Así, un médico puede dar meses de vida a una persona, pero hay cantidad de casos comprobados que gracias a los decretos positivos relacionados con su vida y la salud, viven muchos años más y sus males desaparecen sin supuesta explicación científica, pero la fe en las palabras pronunciadas ha podido más.
Y, aunque no es aceptado por la ciencia, pero tiene bastante lógica, el médico japonés Masaru Emoto, doctor en medicina alternativa en la universidad abierta internacional de India, hizo un estudio que ha dado la vuelta al mundo a través de un documental llamado «Mensajes del agua», en el que comprueba que al exponer agua a palabras, pensamientos, oraciones y sonidos, se altera su estructura molecular. Si el agua se expone a palabras, música o sonidos negativos las moléculas se alteran y pierden su forma. Si por el contrario, son expuestas a palabras, sonidos, música positiva, pensamientos de amor, se cristalizan en formas geométricas perfectas. «Más claro, ni el agua».
En todas las culturas las palabras tienen poder, por ejemplo los budistas y los hindúes utilizan mantras, que son palabras y sonidos dotados de poder, para la sanación y el desarrollo espiritual. Son términos o expresiones que actúan sobre la mente. Y esto porque definitivamente el efecto de las palabras puede ser bueno o malo. El sonido de la(s) palabra(s) o los mantras conecta a quien lo pronuncia con un nivel más elevado de conciencia. Cuando se elige un mantra con un significado personal, éste se hace más poderoso. El objetivo de un mantra es el sosiego de la mente y las emociones, y centrar la atención en el momento presente, vivir el momento presente.
Recuerda que las palabras duelen más que los golpes, analiza cómo te conduces con las demás personas, cómo las tratas, qué palabras usas a la hora de interactuar, si las apoyas a los demás o los hundes. Esto, porque es usual que las personas todo se lo tomen personal y entonces estarás afectando otras vidas. La idea es hacerlo positivamente. Háblate tu también con cariño.
Ni hablar de quien con sus palabras se propone herir con alevosía y premeditación. Si esto ocurre, aprovecho para recordarte que las palabras se toman de quien las dice y sólo hieren si tú les das importancia. Nada es personal. Lo que digan otros sobre ti tiene que ver con ellos, no contigo.
Definitivamente, si las personas conocieran el peso de las palabras, le darían más valor a su silencio, o bien, estarían más pendientes de lo que dicen y cómo lo dicen.
Reza el dicho que «hay tres cosas en la vida que se van y no regresan jamás: las palabras, el tiempo y las oportunidades».
Revisa tus palabras, porque definen tu vida.
Y recuerda: ¡a sonreír, agradecer y abrazar tu vida!
¡Gracias por existir, compartir y estar!
Christopher Barquero | Twitter: @ChrisBarquero | Facebook: Chris Barquero | Instagram: @ChrisBarquero
Christopher Barquero es periodista, productor y conductor de televisión costarricense radicado en México. Trabaja para la cadena Televisa y es colaborador de CNN. También dirige su propia agencia de relaciones públicas y mercadeo. Christopher es Life Coach, dedicado a impartir sesiones de Life Coach, Coach Ejecutivo y Empresarial. Es ferviente seguidor de las filosofías para el desarrollo, crecimiento personal y espiritual del ser humano, así como todo lo relacionado con la inteligencia emocional, autoayuda, meditación, metafísica, alimentación, ejercicio, programación neurolingüística, aplicación mental, kabbalah y yoga. Actualmente escribe su primer libro, una guía para el bienestar emocional, físico y espiritual.
Foto: Shutterstock
- Me gusta 0
- Me encanta 0
- Me divierte 0
- Me asombra 0
- Me entristece 0
- Me enoja 0