Cápsulas de reflexión: Hablemos sobre el miedo
¿Alguna vez has sentido miedo? ¿Eres de los que piensan que el miedo es de cobardes? ¿Tiene el miedo algún beneficio en nuestras vidas? ¿Cómo podemos afrontar nuestros miedos?
Hola, soy Gisela Gilson, psicólogo y coach ontológico en formación, apasionada en el ejercicio de acompañar a las personas en esa incansable búsqueda de encontrar satisfacción vital, y un ser humano como tú, en constante proceso de evolución.
Hoy en el décimo episodio de “Cápsula de reflexión” hablaré sobre el miedo, esa emoción que todos hemos sentido alguna vez, que aunque puede resultar desagradable no solo es necesaria para protegernos y mantenernos a salvo frente a ciertos peligros sino que también puede resultar una maravillosa vía de autoconocimiento cuando aprendemos a descifrar en ella muchas de nuestras sombras, inseguridades, prejuicios y creencias.
El miedo, como casi todo en la vida, tiene dos caras: puede protegernos aunque también puede dañarnos, puede impulsarnos y también puede paralizarnos, puede traer beneficios a nuestras vidas como también puede generarnos muchos conflictos, en definitiva puede conectarnos con la limitación sin embargo también puede conectarnos con la posibilidad, porque sentir miedo es inevitable, afrontarlo en acción, es nuestra decisión.
Ahora bien… Cómo podemos distinguir entre estos dos tipos de miedos; como yo los llamo, los miedos “sanos” y los miedos “insanos”… Cómo podemos saber si estamos frente a un miedo protector que nos aporta beneficios, o ante un miedo paralizante que no nos beneficia y nos cierra muchas posibilidades.
Distinguir estos dos tipos de miedos no siempre puede resultar una tarea fácil, sobre todo porque hay características que les son propias a ambos tipos de miedos y que nos pueden generar cierta confusión, como por ejemplo, que ambos los percibimos corporalmente de la misma manera, es decir, nos producen aceleración del ritmo cardíaco, tensión muscular, sudoración, y en ocasiones hasta dolor de cabeza, de estómago o náuseas, y ambos surgen cuando estamos frente a algo que “percibimos” como una amenaza, cuando “sentimos” que eso que tenemos que afrontar, supera nuestras capacidades.
Por lo tanto, lo primero que podemos hacer para distinguirlos, es cuestionar esa percepción de la realidad que estamos afrontando y para hacerlo podemos preguntarnos: ¿Existe realmente en el presente esta amenaza?, ¿Es realmente eso, algo que yo no pueda afrontar?, ¿Tengo alguna certeza que eso que temo que ocurra, verdaderamente puede ocurrir?, ¿Qué pasa si eso ocurre?, ¿Realmente puede llegar a ser tan grave como me lo imagino?
Si luego de hacernos estas preguntas podemos comprobar que eso a lo que tememos es real, palpable, podemos percibirlo a través de nuestros sentidos, y nos puede realmente producir un daño, éste sería un “miedo sano” que surge como una respuesta natural a un instinto de supervivencia y nos impulsa a protegernos, a huir, o a quedarnos paralizados pero para resguardarnos, para pasar desapercibidos y esto obviamente no está mal sentirlo.
Ahora, qué pasa si cuando luego de cuestionar eso que estamos percibiendo como una amenaza, nos damos cuenta que es algo que realmente no existe en el momento presente, que existe sólo en nuestra mente y en nuestra imaginación, que no tenemos la certeza que pueda ocurrir, ni que realmente nos pueda producir es daño al que le estamos temiendo y que nos paraliza, pero no para protegernos, sino para impedirnos avanzar, en este caso estaríamos frente a un “miedo insano” que nos estaría limitando y perjudicando para poder alcanzar nuestras expectativas.
¿Qué hacer frente a este “miedo insano”?, ¿Cómo podemos superarlos? Lo primero que tenemos que tener claro es que estos miedos no se vencen sino más bien se atraviesan, se experimentan y para ello en vez de negarlos, de evadirlos, hay que aceptarlos, abrazarlos, es decir, tomar la decisión de actuar a pesar de sentirlo, una vez mas les digo, la clave está en tomar la decisión de llevar al cuerpo que el alma nos sigue.
Hay tres cosas que nos pueden ayudar a tomar esta decisión:
Primero: debemos estar conscientes que esa sensación tan desagradable que sentimos en nuestra corporalidad cuando tenemos miedo, no es eterna, es pasajera, científicamente está comprobado que no dura más de 7 minutos una vez que empezamos a actuar y generalmente cuando termina, se revierte en una sensación de satisfacción de igual intensidad pero a la inversa, es decir muy agradable, y que cada vez irá impactando de manera muy positiva a tu autoestima.
Segundo: debemos comprender que las amenazas de los miedos insano son ideas irracionales que “percibimos”, “sentimos”, pero que realmente no existen, ellas están solo en nuestra mente y en nuestra imaginación y,
Tercero: descatastroficar las consecuencias de lo que pueda suceder si las cosas no salen como esperamos, entender que toda acción acarrea un riesgo, y tener mente flexible para comprender que la perfección y el querer controlarlo todo nos puede estar impidiendo vivir y experimentar muchas cosas. Es mejor hacerlo y arrepentirse, que arrepentirse de no haberlo hecho, pues dentro del arrepentimiento de haberlo hecho siempre encontraremos una posibilidad de aprender algo nuevo de nosotros mismos.
Por último recuerda cuestionar todos tus miedos, ten presente que algunos te benefician y otro no, anímate a darte el permiso de conectar con la posibilidad de seguir avanzando al atravesarlos y de experimentar la super agradable sensación de satisfacción que sientes al lograrlo, quizás el primer miedo que debes aceptar es el miedo a pedir ayuda y recuerda hacerlo no es signo de debilidad, sino más bien de amor propio.
Soy Gisela Gilson, me despido y espero pronto, coincidir nuevamente contigo, en otra CÁPSULA DE REFLEXIÓN. Si necesitas acompañamiento o quieres saber más sobre este tema u otros, contáctame y sígueme por Instagram como @capsulasdereflexión.
Imagen portada: Shutterstock
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