Cápsulas de Reflexión: ¿Cómo puedo hacer para que mi hijo me escuche?, y si mejor nos preguntamos… ¿Desde cuándo no escucho realmente a mi hijo?
Por Gisela Gilson | Una buena comunicación es fundamental en cualquier relación, pero es vital en la relación entre padres e hijos, si tomamos en cuenta que somos las personas más influyentes en sus vidas.
El modelo clásico y lineal de comunicación establece tres elementos básicos: el emisor, seguido de un mensaje, y finalmente seguido de un receptor.
Comprender la importancia de la reciprocidad en la comunicación nos ayuda a romper con este esquema y darle un enfoque más amplio, es decir nuestro mensaje no termina cuando el otro lo recibe, sino cuando regresa a nosotros a través de sus palabras e incluso a través del silencio que en muchas ocasiones puede estarnos diciendo más que mil palabras.
Ante ese vacío que experimentas con el silencio de tu hijo, cabe preguntarte ¿Qué me está queriendo decir que no me dice? ¿Qué me está gritando? ¿No será que te está pidiendo: empatía, comprensión, escucha sin juicios, compañía, atención?
Para que la comunicación con nuestros hijos sea EFECTIVA es importante prestar atención a CÓMO Y QUÉ LES ESTAMOS DICIENDO y para que sea AFECTIVA es importante prestar atención a QUÉ Y CÓMO LOS ESTAMOS ESCUCHANDO.
La receta de una buena comunicación es CON SAL y SIN AJÍ: con Seguridad, con Amor y con Libertad y sin Atajos, es decir directa, sin Juicios y sin Invalidar al otro.
Si el diálogo con tus hijos está lleno de oraciones como: -Es así y punto, aquí se hace lo que yo digo, -Te estoy dando una orden, no te estoy preguntando, -No me faltes el respeto, yo soy tu madre y sé qué es lo correcto.
Sin duda estás siendo autoritario e igual de esta manera no vas a lograr que tu hijo haga lo que quieres. Si es desafiante, te vas a llenar de mucha frustración, porque buscará retarte y hacer lo contrario, y si es sumiso, le estás reforzando esta condición y a futuro puede ser víctima de maltratos de otras personas, ten en cuenta que el respeto no se exige ni se impone, se construye y se gana.
Si por el contrario, las oraciones que prevalecen en tu comunicación con ellos son: -Claro hijo como tú digas, -Toma y no sigas llorando, haz lo que tú quieras
-Tranquilo deja que yo lo hago.
En este caso estás siendo permisivo y tampoco conseguirás que haga lo que esperas, sino que terminarás tú haciéndolo, o peor aún, él o ella haciendo lo que le da la gana. Crecerá sin la capacidad de poner límites a sí mismo y a los demás, carecerá de respeto por el otro y esto sin duda le traerá muchos problemas en sus relaciones sociales, recuerda que el hogar es el laboratorio que tenemos para aprender a relacionarnos en sociedad, no le prives de esta maravillosa oportunidad de aprendizaje.
El lenguaje ideal es el asertivo cuya la palabra clave es la negociación, que hace énfasis, más que en el hablar o sermonear, en escuchar de manera activa, empática, sin juicios, y tomando en cuenta siempre sus emociones y necesidades, claro sin dejar de ser firmes y poner límites y establecer consecuencias cuando estas sean necesarias.
Recuerda que eres el padre o la madre de tu hijo, no el amigo o la amiga y cumplir este papel no siempre va a resultar agradable sin embargo siempre será gratificante, sobre todo cuando comprendemos que más allá de lograr que nuestros hijos hagan hoy lo que queremos, lo más importante es acompañarlos a desarrollar ese gran ser humano que son.
Ah y algo muy importante, recuerda que la acción es lo que le da valor al lenguaje, por eso es que nuestros actos deben ser congruentes con nuestras palabras, no le exijas a tu hijo que haga cosas que con tú no haces, puede que en algún momento te parezca que no te escucha, pero creeme siempre te está observando.
Como padres, no nacemos aprendidos y nuestros hijos no vienen con un manual de uso con claras precauciones y advertencias pero ciertamente ellos tampoco son objetos y nuestra responsabilidad es educarnos como padres. Hoy en la era de la globalización de la información, no tenemos excusas para no prepararnos, existen miles de escuelas para padres, talleres, conversatorios, y espacios que brindan información, entonces, ¡no te hagas el sordo!.
Hay cosas que podemos solucionar solos, otras es indispensable buscar ayuda, y hacerlo no es un signo de debilidad sino de amor, y en este caso, de amor de familia.
Si quieres saber más de este u otros temas de crecimiento personal o quieres sugerir un tema en particular para desarrollar, te invito a seguirme y escribirme por Instagram en @capsulasdereflexión.
Imagen portada: Shutterstock
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