Ayudar a los hijos a ganar confianza en sí mismos: el consejo de tres grandes filósofos
Los años 2020 y 2021 están siendo, para los estudiantes de todas las edades, años «complicados», por no decir «negros». Las graves alteraciones causadas por la pandemia han generado mucho estrés, causado angustia mental y debilitado psicológicamente a un gran número de niños y jóvenes.
En semejantes circunstancias, ¿pueden los padres albergar la esperanza de devolverles a sus hijos la confianza en sí mismos? ¿Cómo deberían actuar? Creemos que tres grandes filósofos pueden aportarnos valiosos consejos. Vamos a escucharlos.
El consejo de Descartes: luchar contra la indecisión
Descartes es conocido sobre todo por ser el filósofo de la duda metódica. Si decide «rechazar como absolutamente falso todo aquello en lo que pudiera imaginar la menor duda», es con el fin de encontrar algo que sea «enteramente indudable».
Todo su esfuerzo está motivado por el «deseo de aprender a distinguir lo verdadero de lo falso, para ver claro en mis acciones y caminar con seguridad en esta vida».
No obstante, si bien la duda es una necesidad para la reflexión filosófica, que, en su búsqueda de la verdad, debe ser capaz de eliminar el error, es también un obstáculo para las acciones, que «a menudo no admiten ninguna demora». Para no dejar sin resolver sus acciones mientras la razón le obligase a realizar sus juicios, Descartes adoptó una «moral provisional». Su segunda máxima, «ser lo más firme y decidido que pudiera en las acciones propias», expresa una condena radical de la irresolución.
La irresolución es el sello distintivo de las «mentes débiles e inseguras». Es al adquirir fuerza y firmeza de espíritu cuando los niños ganan confianza en sí mismos. Deben aprender a tomar decisiones, aunque se basen solo en opiniones, discutibles por naturaleza; y aprender también a ponerlas en práctica, aunque esto implique un esfuerzo considerable y requiera perseverancia, lo cual puede no ser precisamente fácil.
Se puede comenzar por algo sencillo, durante el período de confinamiento: ayude a su hijo a elaborar un horario y esté atento a que lo cumpla. Ninguna decisión es pequeña para quien es capaz de tomarla. Y el esfuerzo constante es la clave del éxito que llevará a la confianza.
El consejo de Kant: centrarse en las actividades deportivas
Kant no solo es el autor de las tres grandes Críticas (de la razón pura, de la razón práctica y del juicio) que todo estudiante de filosofía debe conocer. Estaba interesado en muchos otros temas, que incluían los terremotos, los vientos alisios, las enfermedades mentales, la medicina corporal, la falsificación de libros y… ¡la educación! En Sobre la pedagogía ofrece sólidos razonamientos sobre la tarea educativa.
En esta obra encontramos una regla importante: el objetivo principal de la educación es forjar la voluntad de los niños. Pero hay dos maneras de hacerlo. La primera es resistir a los caprichos: «El niño tendrá así pues que encontrar resistencia». La resistencia «natural» consiste en no ceder. Para los padres y los educadores, no resistirse es un «gran error», ya que la verdadera libertad es el fruto de la cultura, que necesariamente implica una disciplina. Si bien, según precisa Kant, «la educación se tiene que hacer a la fuerza…, pero no por ello debe ser esclavizadora».
La segunda forma de forjar la voluntad es proporcionar «ocasiones favorables» para ejercitar las «facultades mentales», evitando el «ablandamiento». Y esto comienza por el adiestramiento del cuerpo. Kant es un firme defensor de una educación física y deportiva seria. En particular, aboga por aprender a nadar, así como por la práctica de cualquier ejercicio que permita adquirir «fortaleza, habilidad, rapidez, seguridad».
«Por ejemplo, que se pueda andar por pasarelas estrechas, por escarpadas cimas desde las que se ve el abismo, sobre una base vacilante. Si un hombre no puede hacer eso, entonces tampoco él es plenamente lo que podría ser».
Por lo tanto, al inscribir a sus hijos en actividades (¡siempre y cuando no estén prohibidas por el confinamiento!) como natación, gimnasia o escalada, que les permitan luchar contra «el miedo» que los «paraliza», les estará facilitando que desarrollen su confianza en sí mismos.
Encontrar resistencia y fortalecer y endurecer el cuerpo son para Kant las dos principales vías para el desarrollo del carácter. Kant coincide por lo tanto con Descartes en su condena de la irresolución:
«El carácter consiste en el firme propósito de querer hacer algo, y luego también en la real ejecución de lo mismo… Pues un hombre que se propone algo, pero no lo hace, ya no puede confiar en sí mismo».
Es necesario ayudar a quien ha decidido levantarse a que lo consiga, para que no termine por «perder toda la confianza en sí mismo». Como dijo Alain: «Los programas no son poca cosa»… ¡cuando los seguimos!
El consejo de Alain: hacer sentir la alegría que conlleva haber vencido un obstáculo
El consejo que nos ofrece Alain en su obra Propos sur l’éducation está en la misma línea de lo que proponen Descartes y Kant. También para Alain, educar a los niños consiste sobre todo en «fortalecer su voluntad». Pero la voluntad no es algo que se transmita a través de la enseñanza, y los padres tampoco pueden tenerla en lugar de sus hijos. Entonces, ¿qué se puede hacer para desarrollar el «arte de la voluntad» para siempre?
La solución consiste en «dejar en sus manos su propio aprendizaje», lo que implica dos condiciones:
- La primera es disponerlos para la actividad, ya que «ningún estudiante en el mundo conseguirá progresar gracias a lo oye ni a lo que ve, sino solo gracias a lo que hace»;
- la segunda es enfrentarlos a dificultades reales, porque «el mejor estímulo para el hombre» es «la dificultad vencida». No se lo demos todo hecho.
Por lo tanto, «la tarea fundamental consiste en darle al niño confianza en su capacidad, y apoyarla mediante victorias». Dichas victorias deben ser «complicadas y además logradas sin ningún tipo de ayuda». Lo ideal es que «el niño busque la dificultad por su cuenta, y se niegue a ser ayudado o dirigido».
En cualquier caso, cada tarea, ya sea escolar (deberes online o propuestos por los padres) o no (ordenar su habitación para que se convierta en un espacio apropiado para el trabajo a distancia), debe representar un desafío para el niño. Es decir, debe ofrecer la resistencia de una dificultad auténtica. Pero debe ser graduada, porque los esfuerzos que hay que realizar deben ser proporcionales a la capacidad de quien se enfrenta al desafío: «calcular el obstáculo para que sea capaz de superarlo».
A continuación, llegamos al que es quizás el consejo más valioso acerca de la confianza, ofrecido por Pagnol en El tiempo de los amores, en uno de los capítulos sobre sus recuerdos de la infancia:
«Para que la gente se gane nuestra confianza, primero debemos dársela».
Para que nuestros hijos ganen confianza en sí mismos, en estos tiempos de incertidumbre, lo más importante es mostrarles que realmente confiamos en ellos, y que los sabemos capaces de superar las dificultades. Porque, como escribe Alain, «¡no nos gusta defraudar a la auténtica confianza!».
Charles Hadji, Professeur honoraire (Sciences de l’éducation), Université Grenoble Alpes (UGA)
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original. Foto: S&B Vonlanthen / Unsplash
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