Todos somos ‘frikis’: fans, contenido y comunicación en el siglo XXI
Boris Vazquez-Calvo, Universidad de Málaga
¿Qué es ser friki? A menudo se asocia con ser un “pringao”. Es cierto que la fascinación inicial que suscitaban ordenadores y pantallas quizás pudo representar una vía de escape para personas especialmente introvertidas. Sin embargo, la realidad actual dista mucho del estereotipo.
Una de las muchas maneras de entender el frikismo pasa por otro -ismo: el fanatismo. Ismo, frikismo, fanatismo… todo suena a burda obsesión. Pero con cuatro preguntas clave que bien podríamos hacernos al escuchar “cultura fan” o “cultura friki”, entenderemos mejor qué es ser un friki.
Una de ismos: frikismo o fanatismo
Geek y friki se refieren a aquellos individuos que sienten una fascinación especial por lo tecnológico. Al menos, es la explicación más cercana a los orígenes de los términos en inglés y en español, que se remontan a los inicios de la era Internet y más atrás.
En inglés, “freak” se refería originalmente a personas con malformaciones o con conductas inusuales para las convenciones sociales del momento. No tiene que ver con nuestra concepción actual de “friki”.
En cambio, “geek” se refería a esas personas con un ávido gusto por la tecnología y que, de manera peyorativa, algunos identifican con alguien tímido o asocial.
En español de España, se castellaniza “freak” a “friki” y se comienza a usar para referirse a personajes de la cultura popular televisiva que aparecen en tertulias nocturnas (videntes, transformistas, cantantes con canciones hit del verano, etc.).
Con el tiempo, friki se populariza de tal forma que engloba a todo aquel que, por sus aficiones e intereses, se sale de lo canónico.
Podemos considerar que la versión española “friki” y la palabra geek en inglés son ahora casi sinónimos. Esto es así, porque los valores que como hablantes atribuimos a las palabras van cambiando.
Pongamos por caso a Mark Zuckerberg, fundador de Facebook y una de las personas más ricas del planeta. En esencia, él bien podría ser un geek, un friki. Alguien que, con amigos de la universidad, creó una de las más potentes empresas tecnológicas en un garaje. También es una friki, para algunos, aquella vecina, tímida y videojugadora, que sufría acoso escolar y se la etiquetaba de rarita. Hay frikis exitosos y frikis excluidos socialmente. Hoy nos centraremos en las connotaciones positivas de lo friki.
La digitalización de la sociedad ha popularizado lo friki y ha neutralizado las connotaciones negativas.
En realidad, si lo reflexionamos, todos somos un poco frikis. Hoy todos seguimos una plataforma de streaming, con reality shows, series o telenovelas de éxito. Seguir contenidos audiovisuales y de otro tipo es ser un fan que, con frecuencia, usa las tecnologías para su afición. De ahí se extrae la conexión entre lo friki y lo fan.
Los ‘memes’: interactuar de otra manera
Hoy lo friki y lo fan no se entienden sin la tecnología, pero no solo para consumir contenido. Por ejemplo, los amantes de la literatura pueden leer un libro en papel, pero también pueden comprar un audiolibro o tener una versión en un dispositivo digital, con facilidades para personas con necesidades especiales o simplemente para anotar en las páginas de manera editable.
Los amantes de la cultura audiovisual pueden ver series, películas, docuseries y reality shows, pero también pueden comentarlos e interactuar con gentes de todo el planeta con intereses similares. Aquí interesa el poder del hashtag o las etiquetas (#), que conectan a las personas con intereses compartidos.
Además de estar conectados con personas a escala global y local, los friki-fans pueden generar conversación acerca de lo que siguen, ven, leen y analizan. Se han convertido en críticos literarios, audiovisuales, culinarios, etc. Son comentaristas políticos. Estos y otros roles sociales antes estaban limitados a unos pocos autores con acceso a los medios de publicación. Con redes sociales y apps de mensajería, los friki-fans y los usuarios de Internet publican y comparten opinión y contenido con mayor facilidad.
Un ejemplo del cambio de forma de comunicarse es el empleo de memes, esas imágenes y fotografías con texto superpuesto que incitan a conectar dos universos inicialmente separados: el de la imagen y el del texto. El juego entre lo que se dice, lo que se ve y lo que se interpreta da sentido al meme, un sentido que va desde la crítica social hasta el humor.
En definitiva, gracias a las tecnologías y a que todos somos un poco friki-fans (aunque es cierto que algunos más que otros), hoy nos comunicamos de manera diferente: más dinámica, interactiva y audiovisual. Pero este cambio en la manera de entender el consumo cultural y la manera en que nos comunicamos en sociedad nos incita también a convertirnos en productores de contenido.
Creación de contenido en el siglo XXI
Hoy consumimos tanta cultura de tanto tipo y tenemos un hambre voraz por más cultura que, a veces, se nos agota el repertorio de aquello que nos motiva e interesa más. Y aquí los friki-fans más comprometidos a veces crean contenido propio e inspirado en sus intereses personales, para que toda la comunidad de friki-fans y toda la sociedad en general se beneficie de ello.
Ejemplos en este sentido los hallamos por millones, pero por poner algunos muy gráficos, citaremos a los videojugadores que ofrecen su experiencia de juego en streaming, en vivo. Se graban mientras juegan, comentan las jugadas e interactúan en los chats con los que asisten atentos a las jugadas en las plataformas típicas de vídeo y streaming como YouTube o Twitch.
Otro ejemplo muy gráfico y creativo es el de la youtuber @Miree_Music. Miree, una joven catalana que participa en mis investigaciones, traduce y canta canciones pop japonesas y coreanas al español y al catalán. Luego sube sus vídeos a YouTube. Consigue traducciones muy logradas y celebradas por friki-fans de todo el planeta, que están encantados de tener una versión en español o catalán de canciones que estiman, pero que quizás no entienden en su globalidad por estar en lenguas tan lejanas como el japonés o el coreano. Una de sus canciones más aclamadas y vistas es la versión en español de la canción Fake Love de la banda coreana BTS.
Implicaciones sociales
Los frikis, los geeks y los fans han venido para quedarse. Tanto es así que muchos de nosotros somos un poco o muy frikis con algo que nos apasiona.
Los frikis, los geeks y los fans han contribuido a trastocar maneras de comunicación y a dar valor a otros recursos para comunicarnos, como la imagen en los memes o el vídeo.
Los frikis, los geeks y los fans nos hacen la vida mejor, pues expanden el repertorio de contenido con productos que ellos mismos crean.
En resumen, si alguna vez nos han llamado frikis o geeks por alguna afición o pasión que tengamos, esta es mi recomendación: enorgullezcámonos y cantémoslo al viento. Somos parte de un grupo selecto de personas que aprendemos mucho de aquello que nos gusta y que protagonizamos e influimos en parte de los cambios sociales y culturales de la era contemporánea.
¡Celebremos el frikismo!
Boris Vazquez-Calvo, Profesor Ayudante Doctor en didáctica de la lengua extranjera (inglés), Universidad de Málaga
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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