No es raro perder la noción del tiempo cuando entramos en una red social. Pero si somos usuarios de TikTok, es probable que lo hayamos experimentado muy a menudo. Aunque aún es una plataforma relativamente nueva comparada con otras más asentadas como Facebook, Instagram o X, TikTok es la red social preferida por los menores alrededor del mundo y la que más utilizan a diario. En España, donde los adolescentes encabezan la lista global de los usuarios que pasan más tiempo en las redes sociales en conjunto, este uso intensivo resulta cada vez más preocupante.
El lado problemático de la hiperconectividad
Algunos estudios han revelado que, en general, los adolescentes españoles son los que presentan una utilización más problemática de las redes sociales. Esto no solo se refiere a un tiempo de uso excesivo, sino a la pérdida de control sobre su consumo: muestran menor capacidad para regular sus impulsos en relación con las redes sociales, pueden sentir estrés o ansiedad cuando se restringe su uso de estas plataformas y las tienen en mente constantemente.
La sensación de no tener control sobre el tiempo que pasamos realizando determinada tarea genera efectos similares a los de una adicción. Estos efectos colaterales se notan, especialmente, en la vida diaria, ya que dificultan el desarrollo normal de tareas cotidianas: por ejemplo, la preocupación por las redes sociales dificulta la gestión de responsabilidades escolares y disminuye el interés para realizar actividades sociales que no son en línea.
En los últimos años, ha cobrado fuerza el concepto de “bienestar digital”, que se refiere al equilibrio que los usuarios consiguen entre los beneficios y los inconvenientes de la conectividad digital constante. En el caso de los más jóvenes, esta cuestión es aún más crítica, ya que la adolescencia es una etapa en la que suelen disminuir los niveles generales de satisfacción o la autoestima.
Bienestar digital y TikTok: una relación aún incierta
La investigación sobre el bienestar digital de los adolescentes se ha centrado principalmente en la relación entre el tiempo que los jóvenes pasan frente a una pantalla y los síntomas de trastornos mentales como la ansiedad o la depresión. Pero parece que los resultados aún son inciertos y no existe una relación causa-efecto clara.
Por ello, hemos realizado un estudio para analizar el impacto de TikTok en el bienestar digital de los adolescentes españoles. Nuestra investigación se centró en dos aspectos clave vinculados al bienestar digital: la capacidad de los jóvenes para establecer límites en su tiempo de uso de la app y las conexiones sociales que establecen en línea. Además, exploramos si existen diferencias en el uso de la plataforma entre chicos y chicas adolescentes.
Conexiones sociales multiplicadas
El estudio de TikTok, en concreto, resulta interesante porque presenta particularidades que la hacen única frente a otras plataformas populares como Instagram. Mientras que Instagram tiene como propósito principal representar, acentuar e intensificar las interacciones sociales del mundo real para llevarlas al mundo digital, TikTok cuenta con un algoritmo de personalización que muestra vídeos ajustados a los intereses de cada usuario.
Con este algoritmo, ha transformado la forma en que los adolescentes se relacionan en línea: han pasado de interactuar mayoritariamente con amigos y familiares a conectar con una red más amplia de usuarios, en su mayoría desconocidos, que producen y consumen contenido afín a sus intereses.
Más tiempo, menos control
A medida que pasamos más tiempo en la app, el algoritmo entiende cada vez mejor cuáles son nuestros intereses y qué vídeos debe mostrarnos. Y esto parece tener una relación directa con la conclusión principal de nuestro estudio: los menores que más utilizan TikTok son los que tienen menos capacidad para limitar su tiempo en la aplicación.
Uno de cada cinco adolescentes españoles pasa, de media, más de dos horas al día en TikTok. En el caso de las chicas, hablamos de una de cada cuatro. Estas cifras son preocupantes, considerando que su tiempo frente a la pantalla no se limita solo a esta app, sino que se extiende a otras plataformas y actividades digitales.
Según documentos internos de la compañía citados en causas judiciales en EE. UU., los ejecutivos de TikTok ya eran conscientes de que su plataforma podía generar adicción en los usuarios tras solo 35 minutos de uso, y que las herramientas de control de tiempo que ofrece la app no son efectivas.
Los roles de género tradicionales persisten en la app
Otro hallazgo interesante de nuestro estudio es que, más allá de los vídeos cómicos y musicales, que los consumen chicos y chicas por igual, existen diferencias notables en los contenidos que cada género prefiere. Los chicos, por ejemplo, tienden a interesarse más por videojuegos y deportes, mientras que las chicas consumen en mayor medida contenido relacionado con belleza y moda.
Esta división de intereses no parece casual, sino que sugiere que el algoritmo de TikTok refuerza, en muchos casos, los roles de género tradicionales. Todo esto, paradójicamente, ofreciendo este contenido a través de su página de inicio, denominada “para ti”.
Una llamada a la acción
Todos estos datos ponen sobre la mesa la necesidad de implementar medidas adicionales para hacer frente a esta situación. Si las herramientas de gestión del tiempo que ofrece la app no son suficientes, será necesario desarrollar programas educativos para promover hábitos digitales saludables entre los adolescentes.
Además, las familias deben contar con estrategias de acompañamiento para hacerlo posible, todo ello sin olvidar la perspectiva de género. Por último, también puede valorarse la realización de auditorías regulares del algoritmo de esta plataforma para evitar sus potenciales efectos adictivos.
La realidad es que TikTok está cambiando la forma en que los adolescentes se relacionan y se informan. Y eso, como sociedad, debería preocuparnos.
Mireia Montaña Blasco, Profesora de los Estudios de Ciencias de la Información i de la Comunicación, UOC – Universitat Oberta de Catalunya; Clara Virós-Martín, Doctoranda en Comunicación, Universitat Pompeu Fabra y Monika Jiménez Morales, Profesora. Grado en Publicidad y Relaciones Públicas, Universitat Pompeu Fabra
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.