Qué es la neutralidad emocional, y cómo practicarla para vivir mejor
Por Daniel Colombo | En situaciones de conflictos que pasan de castaño a oscuro, como se dice habitualmente, poner en práctica la neutralidad emocional puede ser el salvavidas para no cometer errores que cuesten caro.
La neutralidad emocional es un tipo de actitud que te permite elevarte por sobre el problema en cuestión, observar sin involucramiento en el asunto, tomar perspectiva, relevar información y detalles que en el fragor de la diferencia puedes haber pasado por alto, y, desde allí, adoptar un estilo más sereno para tomar mejores decisiones.
Incluso para lidiar en conflictos de opiniones, e, internamente, cuando estás demasiado incisivo contigo o muy ofuscado por determinadas cuestiones, esta estrategia de inteligencia emocional te conducirá hacia un mejor resultado.
Neutral es más que quedarse quieto
La forma en que funciona la neutralidad emocional es que difumina y pone en eje todo lo que por lo general está desfasado cuando se desbordan las emociones.
Asumir esta forma de gestión de las diferencias requiere templanza, y, a la vez, moderar los impulsos emocionales -que intentarán aparecer-. A su vez, es importante mantenerse en “acción neutral”, es decir, en el proceso interno consciente que es inherente a esta herramienta.
Instrucciones para entrenarte
Frente a un conflicto en el que necesites experimentar la neutralidad emocional, es necesario tener en cuenta algunos pasos para practicar hasta que domines la técnica:
1. Explica que tu intención es no involucrarte en problemas. Necesitas hacer saber, con buen tono conciliador, que no participarás en situaciones de problemas que no te competen (como chismes, problemas entre dos personas donde se te pide que intervengas, etc.). En el trabajo, esto no implica que eludas responsabilidades, sino que puedes enmarcar (poner en un marco la situación) para establecer los límites entre los que te vas a mover.
2. No opines. Por lo general, la opinión es lo que rompe la neutralidad, porque generalmente será mal interpretada, o poco bienvenida ya que estarás reflejando sólo una parte de tu percepción. En este caso, es conveniente fijar posición una vez que hayas bajado la emocionalidad del momento, y te encuentres lo suficientemente centrado como para expresar lo que piensas y sientes apoderándote de tu comunicación (“Desde mi perspectiva lo que observo es…”, “La forma en que veo que esto puede mejorar es…”, “Me he sentido … y quisiera evitar que tu te sientas…”). Podrás ver que el eje neutral siempre parte de ti, y no del dedo acusador hacia otros.
3. Busca el propósito detrás de tu neutralidad emocional. Pueden presentarse casos en los que estarás tentado en brindar tu opinión: lo único que lograrás con esto es embarrar el asunto y meterte en medio de eso que estás evitando. Reflexiona el propósito mayor de tu actitud, y de qué forma quieres contribuir a ello.
4. Técnicas de rescate emocional. Otras veces estarás tan metido en el asunto que se dificultará posicionarte en neutralidad. En estos casos, ejercítate en: A) Respirar profundo unas diez veces antes de seguir en la conversación o emitir tu opinión. B) Tomar un papel y hacer una marca (por ejemplo, una “x”) por cada juicio que le pones a cada situación o cosa que escuchas. Tomarás consciencia de cómo los juicios están dominándote. C) Reconoce qué emoción te domina en cada momento. Al verla claramente podrás desactivarla más fácilmente. D) Propone pausas o espacios de consciencia en medio del fragor de las disputas: te ayudará a volver a centrarte. E) Pregunta cuál es el propósito de la discusión en curso: te traerá más respuestas y mayor claridad sobre el enredo emocional del que puede estar siendo parte.
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