Dos mejor que uno: la codocencia y sus beneficios para atender la diversidad en el aula
Las aulas son muy diversas y las necesidades de cada alumno también. La codocencia tiene múltiples beneficios y es posible hacerla sin más personal.
La escasez de recursos personales es una constante en los centros educativos. Sin embargo, ¿qué supone que haya más de un docente dentro del aula? La ciencia ha demostrado que no es la presencia de más docentes exclusivamente lo que mejora el aprendizaje, sino el modo en que estos interaccionan.
La codocencia (o docencia compartida) es la confluencia de dos docentes en una misma aula y sesión para desarrollar unos objetivos comunes. Esta codocencia implica, además de la actuación conjunta en el aula, una planificación y una evaluación colaborativas.
Es decir, docente y codocente no coinciden solo en la clase de matemáticas, sino que previamente han coordinado cómo trabajar el contenido, qué actividades plantear y el rol que desempeñará cada uno.
Se trata de un esfuerzo a nivel organizativo con grandes beneficios en el aprendizaje, tal y como han demostrado diversos estudios.
Aulas diversas
La realidad actual de los centros presenta un abanico de individualidades (tanto en competencias como en motivaciones) que requiere adaptaciones importantes y variadas. A modo de ejemplo, en España, el 11,4 % de los alumnos son extranjeros, el 8,6 % ha repetido alguna vez, y el 13,9 % presenta necesidades específicas de apoyo educativo. Todos ellos son susceptibles de requerir una intervención educativa adaptada.
La presencia de dos docentes en la misma aula reduce la ratio profesor-alumno y genera sinergias que no se dan cuando el docente trabaja solo.
Pero los beneficios de la codocencia sobrepasan el contexto del aula. La docencia compartida mejora el desempeño de los docentes al generar estructuras de colaboración y aprendizaje mutuo. La burocracia y la vorágine del sistema educativo nos impide, con frecuencia, encontrar esos espacios de reflexión e intercambio que nos ofrece la codocencia. Y este aprendizaje conjunto repercute, sin lugar a dudas, en el alumnado.
Dónde es más beneficiosa
La presencia de dos docentes organizados en cualquier materia y sesión es beneficiosa. Sin embargo, hay determinadas situaciones que multiplican los efectos positivos de esta metodología de trabajo.
Contar con dos docentes dentro de un aula e impartir una clase magistral (un docente explica mientras el otro observa) podría ser una pérdida de oportunidades de interacción y aprendizaje significativo.
La experta en este asunto Teresa Huguet establece diferentes tipos de codocencia en función del modo en que los dos docentes del aula organizan sus roles.
Estas distintas docencias compartidas van desde el trabajo individualizado del segundo docente con un alumno concreto (la imagen tradicional de un docente explicando y otro sentado al lado del estudiante con más dificultades) hasta modos de organización mucho más complejos e innovadores, como el trabajo mediante estaciones de aprendizaje o los agrupamientos flexibles.
Entonces, ¿se puede hacer codocencia en cualquier situación de aprendizaje? La respuesta es sí, pero sería especialmente recomendable para trabajar conceptos más complejos. Las dinámicas activas que requieren implicación e iniciativa por parte del alumnado suponen mayores desafíos para los que el acompañamiento adulto es clave.
Codocencia con expertos en educación especial
Es cierto que la escasez de recursos personales en los centros educativos limita las posibilidades de implantar la docencia compartida de manera sistemática y con continuidad. Sin embargo, esto no imposibilita la creación de momentos de codocencia dentro del aula.
La gestión de recursos por parte de los equipos directivos, por ejemplo, puede ser clave. En muchos centros educativos, los docentes especialistas en educación especial desarrollan sus sesiones dentro del aula con el alumnado. Estos docentes especialistas cuentan con un gran potencial como codocentes, dada su amplia formación específica.
Esta organización facilita la adecuación de las sesiones a la diversidad del grupo (inclusión, en definitiva). Así, en oposición al tradicional sacar del aula al alumnado, por ejemplo, que presenta dificultades en la comunicación, se puede plantear desde la codocencia la organización de pequeños debates pautados en los que este alumno participe junto a sus compañeros de interacciones funcionales. Una minuciosa planificación de la dinámica codocente puede facilitar la inclusión en el aula incluso de alumnado afectado por graves trastornos del desarrollo.
Voluntariado y codocencia
Otro aspecto clave a valorar en la codocencia es la implicación de personas ajenas al centro. Las experiencias con voluntariado son enriquecedoras y gratificantes, tanto desde el punto de vista pedagógico como social y emocional.
¿Qué codocente nos puede ayudar a explicar mejor el sector primario que un agricultor? ¿No pueden enriquecer personas de diferentes nacionalidades nuestras clases de geografía? Y si estas personas son, además, miembros de la comunidad educativa del centro, estaremos aumentando su vinculación con la educación de sus hijos o nietos. Otro predictor de éxito educativo.
Sumar o multiplicar
La docencia compartida es una metodología de colaboración, implicación y trabajo conjunto por parte de dos personas dentro del aula. Nos permite centrar nuestra atención e intervención en la planificación, implementación y evaluación de situaciones de aprendizaje muy ricas.
Posibilita, además, poner el foco en el desarrollo integral de la persona y desarrollar propuestas innovadoras para las que grandes ratios suponen una barrera. Porque, en educación, contar con más docentes, suma; pero contar con más docentes organizados y trabajando en equipo, multiplica.
María Victoria García Cuenca, Orientadora educativa y docente universitaria en el área de Educación, Universidad Internacional de Valencia
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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