Crónicas clasemedieras: No más propósitos
Por Omar G. Villegas |
Es la época de los propósitos de año nuevo. Un momento para tomar aire, refrescarse y continuar con bríos. Independientemente de que este ejercicio habríamos de hacerlo más de una vez al año para ver desde una perspectiva más sabrosa la cotidianidad, yo decidí ya no hacer propósitos y mejor plantearme objetivos.
Me dio curiosidad y busqué en el diccionario el significa de objetivo y de propósito. Aunque son semejantes, los diferencia algo sustancial: la acción. Un objetivo plantea al menos un intento, la persecución de un fin. En tanto que un propósito es una mera intención, es algo tan etéreo y mutable como el ánimo, que puede cambiar de un día al otro, de una hora a otra.
Quizá es por ello que los propósitos suelen quedarse en meras palabras o se truncan, porque nuestros ánimos varían por lo inesperado y por la fuerza de la rutina. Tienen una fecha de caducidad muy rápida. Se desvanecen o sustituyen a ritmo de nuestras emociones y experiencias.
Por otro lado, los objetivos nos exigen plantearnos una acción, una estrategia aunque sea mínima. Implican poner manos a la obra. Son más claros, aprehensibles, tangibles. Están menos sometidos a los ánimos, más bien se alimentan de estos e incluso los propician.
Si tu propósito es hacer ejercicio, por ejemplo, con la mera intención basta y acaso lo podrás hacer un par de veces y queda saldada la deuda. No obstante, si tu objetivo es ponerte en forma para tus vacaciones de verano, entonces todo cambia porque tienes un fin establecido con una fecha precisa y ello te plantea emprender acciones como hacer ejercicio y aplicar un régimen más saludable. Aun cuando sean de urgencia cercana la fecha. No deja se ser una acción.
No digo que los objetivos no puedan cambiar o hasta olvidarse o dejarse a medias, pero hasta esto último ya implicó un hacer. Además, se me hace que los objetivos son más propensos a enriquecerse que a esfumarse. Es decir, si tomamos el ejemplo de ponerse en forma para el verano, este podría volverse más ambicioso y derivar en cambiar hábitos por unos más sanos. Entonces no sólo se consigue el inicial, sino que este podría llevarnos a otro más allá.
O sea, un objetivo puede llevar a otro. Nos motiva a avanzar y entre más metas alcancemos, más lejos lleguemos, más motivados estaremos para plantearnos y obtener otros. Claro, esto conlleva que los objetivos entre más plausibles, mejor. Pero aun cuando sean ambiciosos, nos obligan a una acción que, insisto, por más mínima o hasta inconclusa, es sin duda mucho más deseable y aleccionadora que una sola intención.
Los propósitos, pues, son un decir y los objetivos un hacer. Así que por eso preferí este 2017 plantearme objetivos. Incluso esto último exige ordenar los pensamientos. Una acción. Algo muy distinto a sólo lanzar intenciones y deseos al aire. Así que manos a la obra.
Omar G. Villegas | Twitter: @omargvillegas |
Omar G. Villegas (Ciudad de México, 1979). Periodista. Ha ejercido el periodismo cultural y de espectáculos en los diarios Reforma, El Universal, La Crónica de Hoy, El Día y, actualmente, en la cadena Tv Azteca, donde también es guionista. Ha colaborado en revistas como ¡Quién! y DEEP, y en el portal The Huffington Post. Ha publicado narrativa breve en su blog Memorias Consustanciales y ensayos en revistas electrónicas especializadas de México, España y Suramérica como Imágenes del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. Es profesor de Periodismo en la Universidad Iberoamericana. Autor del libro de relatos breves “El jardín de los delirios” (Textofilia, 2012). Egresado de periodismo de la UNAM. Estudió la maestría en Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Salamanca, España, con beca de la Fundación Carolina, y la maestría en Historia del Arte en la UNAM.
Foto: Shutterstock
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