Consumo de sushi en peligro tras la catástrofe
«Estoy de mal humor todo el día», reconoce, con una mueca irónica, un mayorista en el mercado de pescado de Tsukiji (Tokio), el mayor del mundo en su género. En estos últimos días, las malas noticias se acumulan y los comerciantes temen que sus compatriotas abandonen el consumo de pescado y marisco, una dieta que se sigue en el archipiélago desde hace siglos.
La ansiedad viene generada por los esfuerzos por controlar la planta nuclear situada a 250 kilómetros de la capital. Mientras los especialistas de Tepco estudian qué hacer con el agua contaminada de la propia central, los residuos radiactivos propagados a la atmósfera ya han sido detectados en varios tipos de vegetales, setas e, incluso, en la leche.
Más reciente ha sido el descubrimiento de que el agua de los reactores también había llegado al mar. Por el momento, sólo una especie de pez, la anguila de arena o &39;konago&39;, ha presentado niveles anormalmente altos de radiactividad, según las autoridades.
Estos pequeños peces han sido capturados frente a la prefectura de Ibaraki, entre la zona central del país y el área de Tokio. Masayoshi Yamamoto, profesor de radiología en la Universidad de Kanazawa, ha señalado que «el mayor problema es la alta concentración de cesio en las costas donde se vierte agua contaminada».
Según este experto, «los peces pequeños que viven cerca de la costa, como la sardina, la caballa y el marisco, pueden absorber dichas sustancias radiactivas. Y también se depositan en el fondo del mar, donde los peces encuentran su alimento».
Tepco ha anunciado que el nivel de radiactividad había descendido en las inmediaciones de la zona devastada. La concentración de yodo-131 en las algas es 140 mil veces mayor que el límite establecido por el Gobierno. Al inicio de la semana el nivel era varios millones de veces superior.
El gobierno Metropolitano de Tokio planea extremar el control del nivel de radiactividad en las estanterías de Tsukiji. «Hasta ahora no inspeccionábamos el pescado, pero nos estamos preparando para hacerlo si la situación lo requiera», ha apuntado Naomi Haraguchi desde el departamento de Salud.
La realidad es que los restaurantes especializados en sushi temen por su actividad. Una preocupación que tiene una doble vertiente: la derivada del abastecimiento de materia prima y la que tiene que ver con el impacto de la catástrofe en los hábitos de consumo de la población.
«Si la situación empeora, no sabemos que vamos a ser», ha reconocido el propietario de una cadena de restaurantes de sushi de la capital, donde el número de comensales se ha reducido en un tercio desde el terremoto. «Si la situación persiste, podría dar lugar a un cambio en los hábitos alimenticios de los japoneses».
La recuperación de la confianza y de la calidad de los alimentos no parece fácil. Los pescadores barajan alejarse de la costa del Pacífico para faenar, pero en el ánimo general está que las capturas no serán tan apreciadas por el paladar nipón.
07/04/2011
Fuente: La Verdad
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