Cómo cambiar el ‘switch’ de actitud negativa a positiva
Por Daniel Colombo | Los resultados en cualquier área de tu vida están determinados directamente por tus pensamientos y actitud.
Cuando la vida fluye y te despliegas con esa corriente interna proactiva, significa que estás canalizando tu energía, pensamientos, comunicaciones y acciones con actitud positiva.
Por el contrario, cuando te sientes contrariado por todo, complicando la búsqueda de soluciones, no encuentras alternativas ni salidas a la vista y tu humor se enfoca más en reaccionar que en accionar, seguramente estás conectado con la actitud negativa.
¿Qué es la actitud?
La actitud es una emoción que eliges conscientemente o inconscientemente a través de la que interpretas y resignificas las cosas que ocurren; y es la herramienta básica con la que escoges cómo afrontar las situaciones o problemas.
Cambiar la actitud de negativa a positiva puede ser un ejercicio que requiere mucha práctica y consciencia, sobre todo del momento presente, ya que la inmensa mayoría de los seres humanos eligen vivir muy apegados al pasado (donde generalmente se alojan las frustraciones, decepciones y hasta depresiones) o al futuro (donde está la ansiedad).
Si aprendes a gestionar tu actitud independientemente de las circunstancias externas, esto no significará que inmediatamente vivirás siempre en positivo.
Y aquí se pone bueno el asunto, debido a que entre lo negativo y lo positivo, existe un tercer tipo: la actitud neutral, que ayudará a rescatarte cuando estás en un espiral negativo que parece interminable.
La neutralidad será de ayuda para elevarte por sobre el problema que te preocupa; te hará tomar distancia y observar, sin demasiado apego emocional, para poder encontrar mayor cantidad de información. Así, podrás disponer de otros elementos complementarios para visualizar escenarios alternativos y soluciones.
Creer que puedes
Para entrenarte en cambiar la actitud de negativo a positivo se requieren al menos estos tres recursos internos:
1. Creer firmemente en que puedes.
2. Decretar internamente que eliges conscientemente cambiar de actitud cuando corresponda.
3. Perseverar en la práctica continuada para lograr incorporar esta destreza esencial para ser feliz y sentir mayor libertad.
Es importante resaltar que las técnicas para hacer un switch -como un interruptor de luz- de actitud negativa a positiva nada tienen que ver con desconocer el mundo emocional de las personas: se trata, más bien, de aprender a registrar dichas emociones y gestionarlas con destreza apropiada para que no te paralicen ni estés siempre dando vueltas como encerrado en una jaula de la que no te animas a salir.
7 herramientas prácticas para ser más positivos
Aquí comparto siete herramientas prácticas que te pueden ayudar a cambiar la polaridad de tu actitud tan rápido como quieras. Habrá situaciones donde te demores más -ya que implicarán un proceso interno profundo-, y otras, donde aprenderás a no engancharte en cosas menores, y focalizar una mayor cantidad de tiempo en la actitud positiva.
1. Observa tu actitud. El proceso de ejercitación comienza con una mirada permanente, consciente y muy atenta de tu actitud en cada momento, especialmente aquellos que suelen exasperarte o sacarte de tu eje. Detecta tus emociones, los mensajes de tu cuerpo, el ritmo del bombeo de tu corazón y de la respiración.
2. Cambia tu actitud en cosas pequeñas. Practica con hechos cotidianos sencillos que usualmente te alterarían. Esfuérzate por poner tu mirada en aspectos positivos de ellos, o bien, de quitarles el drama propio de la negatividad. Hasta las situaciones más desafiantes encierran una enseñanza. Descubre cuál es ese escalón de aprendizaje que viene a mostrarte esa situación; y detecta internamente cómo eliges afrontarlo.
3. Determina escenarios alternativos. Otra herramienta es que por cada desafío de tu actitud, plantees al menos tres soluciones, por las insólitas que te parezcan. El cerebro racional (hemisferio izquierdo) hará lo posible por mantenerte en esa actitud; y el blando-emocional (derecho) te ayudará a sensibilizarte con lo que vives. Es desde aquí donde articularás pequeños ajustes en el rumbo de tus pensamientos y tus emociones, hacia lo positivo, para generar un estado interno diferente. Probablemente tome su tiempo hasta que lo hagas en forma natural.
4. Detente y observa. Esta técnica es muy poderosa. Se trata de no reaccionar de inmediato con la parte reptiliana del cerebro -el instinto primitivo-, sino de darse una tregua para observar la situación.
5. Conecta con tu respiración en forma consciente. Controlando tu ritmo respiratorio haciendo algo de relax mental, saliendo del foco del problema por unos minutos, y oxigenándote mejor, observarás cómo disminuye la carga de adrenalina o de angustia que posiblemente tendrías ante ese estímulo que has clasificado como negativo. Inspira por la nariz unas cinco veces, y suelta el aire muy lentamente por la boca. Luego, inspira en 3 tiempos, y suelta el aire también en 3 tiempos. Mantén los ojos cerrados si puedes, para enfocarte en el estado de quietud que estás creando.
6. Analiza y cambia tu lenguaje. Todos los humanos mantenemos una auto charla interna inconsciente, donde los pensamientos buscan significados para todo lo que nos ocurre. Es así como le contamos a la mente y a las emociones las historias de nuestra vida. Si eres como el 95% de la población, posiblemente tengas una dosis alta de palabras negativas en tu auto charla; de allí que el impulso instintivo producirá un resultado de ese signo. Entrénate en cambiar las expresiones (contigo y con los demás, incluyendo los gestos) por palabras, frases y contenidos que sean pro-positivos. Busca la mejor forma de manifestar todo lo que quieras y sientas, utilizando palabras que sumen, no que resten.
7. Evalúa, recapitula y avanza. Como cualquier proceso de auto conocimiento, estas herramientas funcionan sólo si las practicas lo suficiente. No basta con hacerlo un momento y abandonarlo. La práctica hace al maestro. Corrige, evalúa tus resultados, profundiza donde necesitas mejorar, y avanza al siguiente escalón.
Recuerda: no ocultes tus emociones, ni las enmascares. En cambio, la invitación es a gestionarlas convenientemente para que sean de utilidad en tu proceso de aprendizaje y transformación.
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