A propósito del Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud
El recorrido histórico de la legislación aprobada contra la esclavitud arranca en el siglo XIX. En Bruselas, se firmará en 1890 un acuerdo antiesclavista firmado por 18 Estados, y después de la I Guerra Mundial, se destaca el Convenio Internacional sobre la Abolición de la esclavitud y el Comercio de Esclavos auspiciado por la Sociedad de las Naciones de 25 de septiembre de 1926.
Las razones que han llevado al reconocimiento solemne de la igualdad racial, han sido en buena parte históricas. Dos importantes acontecimientos, el holocausto nazi y el proceso descolonizador han puesto de relieve la importancia de ésta cuestión.
Como reconocimiento de estas convicciones, la Asamblea General proclamó, en el artículo 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, de 1948, que «todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y en el artículo 2 proclamó que «toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra condición».
Con el fin de desarrollar este principio, la Asamblea General aprobó en 1963, la Declaración de las Naciones Unidas sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial que afirma en su Preámbulo «toda doctrina de diferenciación o superioridad racial es científicamente falsa, moralmente condenable, socialmente injusta y peligrosa, y que nada permite justificar la discriminación racial, ni en la teoría ni en la práctica».
Dos años después de ser aprobada ésta declaración, la Asamblea General aprobó y abrió a la firma y a la ratificación la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial, el instrumento específico mas importante en el Derecho Internacional sobre este tema.
Debemos celebrar este día como uno de los más importantes por el significado simbólico que tiene. La esclavitud ha servido de argumento durante muchos siglos para que una parte de la humanidad explote y trate como mercancía al resto. Este trato denigrante hacia una parte del género humano lo vemos también reflejado en todas las demás formas de discriminación que se producen por causa de sexo, de idioma, de religión, etc.
Desterrar completamente cualquier atisbo de abuso de un ser humano hacia otro es la labor principal en la que debemos embarcarnos todas las personas que creemos que sólo existe una raza: la familia humana.
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