15 novelas eróticas anteriores al furor de ’50 Sombras de Grey’
Al parecer el furor por las novelas eróticas se ha despertado tras el éxito de la trilogía «50 Sombras de Gray» (nombre de la primera entrega), de la escritora británica E. L. James. Una serie que ha vendido más de 31 millones de copias en todo el mundo, estableciendo el récord como la edición de bolsillo de ventas más rápida de todos los tiempos, superando a la serie de Harry Potter.
La crítica de la novela ha sido desigual, para algunos este es un fabuloso best seller con las dosis necesaria de erotismo y humor, mientras que para otros más severos y despectivos, se trata de simple «porno para mamás». Cualquiera que sea tu opinión, y si te gusta el erotismo en la literatura, te traemos otras 15 novelas eróticas previas al gran éxito de este año.
Las 11.000 vergas (1907)
Publicado de forma anónima, su autor, el poeta Apollinaire confesó que lo escribió con la intención de no morirse de hambre. Es una novela realmente salvaje que en su primera edición (clandestina) se acompañaba con la frase publicitaria: “Más fuerte que el Marqués de Sade”. En ella se narra la vida del príncipe Vibescu, un libertino que, cansado de sus relaciones íntimas con el bien dotado vicecónsul de Serbia, se va en busca de mejores aventuras e inicia un delirante viaje de Rumanía a París, marcado por el exhibicionismo, el voyeurismo, el sadomasoquismo, la bestialidad, la coprofilia, la coprofagia, la necrofilia, y el crimen. El protagonista igual mantiene relaciones con hombres que disfruta de sus encuentros con bellas mujeres. Prohibido durante años, se vendió de forma clandestina hasta que su publicación se autorizó por primera vez en París, en 1970.
1601 (1880)
Considerada la primera novela pornográfica de la literatura estadounidense, su autor, Mark Twain, la publicó de forma anónima. Su trama gira en torno a una supuesta reunión entre la reina Isabel I de Inglaterra, el dramaturgo Ben Jonson, el pirata Walter Raleigh y varios personajes de la nobleza, que se entregan al juego de relatar la mayor proeza erótica. Por supuesto, todos mienten y van desgranando una serie de hazañas de lecho cada vez más delirantes, hasta el punto de que las braguetas de los caballeros llegan a derretirse literalmente de tanto bajarse y subirse. El propio Twain se sintió tan incómodo con el impacto provocado por su libro que tardó veinticinco años en reconocer su paternidad.
Cruel Zelanda (1978)
Publicada de forma anónima, narra la historia de la puritana esposa de un alto cargo británico que es secuestrada por los maoríes. Tras pasar varios años sometida a los más depravados ritos de iniciación sexual, la mujer es rescatada y regresa a la sociedad, pero lo hace convertida en una ninfómana insaciable. Durante años se pensó que la autoría del libro correspondía a una mujer, pero en la década de 1990 se descubrió que realmente había surgido de la pluma de Jacques Sergüine, un autor conocido por sus libros de pensamiento político.
Cartas eróticas (1904-1909)
Recopilación de la correspondencia íntima que mantuvieron el autor de Ulises, James Joyce, y su esposa, Nora Barnacle. Su publicación estuvo prohibida por sus descendientes hasta enero de 2012, dado el tono perverso de estas cartas, en las que el novelista escribe cosas como: “Compra calzones de puta, amor, y asegúrate de rociarles las piernas con algún agradable aroma”.
Delta de Venus (1940)
Una recopilación de cuentos sexuales escritos por Anaïs Nin, autora especialmente recordada por sus Diarios y que fue amante de otro pope del género, Henry Miller. Este conjunto de relatos fue un encargo de un millonario anónimo que pagaba cien dólares por página y a cambio exigía menos poesía y muchisimo más sexo explícito.
Historia del ojo (1928)
Una novela brutal, escrita por Georges Bataille, pensador, antropólogo y poeta que trató de fundar una nueva religión llamada Acéphale, cuyo símbolo era un hombre sin cabeza y que proponía el sacrifico de una persona en cada acto ritual. Su novela narra la historia de Georges y Simona, una pareja fascinada por el sexo y que es guiada por un libertino noble inglés en un viaje iniciático por España; un viaje que es un descenso a los infiernos del sexo duro, la escatología y la blasfemia. Bataille publicó tan escandalosa obra de forma clandestina y con el seudónimo de Lord Auch (literalmente, Lord Mierda), en una edición de 138 ejemplares, con litografías del pintor surrealista André Masson. La novela, prohibidísima en toda Europa, solo se publicó firmada con el verdadero nombre del autor después de su muerte, en 1967.
Josephine Mutzenbacher (1906)
Historia de una prostituta vienesa que rememora sus escapadas sexuales entre las edades de cinco y doce años. El libro toca temas que eran tabú, como la prostitución infantil y el incesto. Como es lógico, un material así solo podía presentarse como anónimo; ningún editor austríaco quiso publicarlo y tuvo que hacerse en Suecia. La novela estuvo prohibida en Austria ¡hasta 1990! Su autoría sigue sin estar clara, pero un estudio de la Universidad de Viena se la atribuye a Felix Salten, creador de Bambi.
Mi tío Oswald (1979)
Firmada por Roald Dahl, un autor más conocido por sus novelas infantiles y juveniles, como Charlie y la fábrica de chocolate. El protagonista descubre una sustancia en un escarabajo que provoca una magnífica erección. Oswald decide utilizarla para un negocio absurdo: usando como cebo a un bellezón llamado Yasmin, pretende robar el esperma de genios como Einstein y Freud, y luego venderlo en un banco de semen congelado para señoras adineradas.
La alfombrilla de los goces y los rezos (1660)
La novela erótica china más célebre de todos los tiempos, firmada por Li Yu, que no se publicó en Occidente hasta la década de 1950. Narra la historia de un hombre al que un brujo le trasplanta el pene de un caballo con el que puede dar un placer infinito a las mujeres. Años después, harto de tanto sexo, ingresa en un monasterio budista, pero ni allí logra encontrar la ansiada paz.
Fanny Hill (1857)
Escrita por el novelista John Cleland mientras se encontraba en prisión por culpa de sus numerosas deudas, la novela fue prohibida a las dos semanas de su publicación y circuló de forma clandestina hasta que en 1963 se permitió su edición. Cuenta la historia de Fanny Hill, una campesina de quince años que, tras la muerte de sus padres, viaja a Londres, donde es acogida en un burdel. Iniciada en las artes eróticas por una madame lesbiana, se convierte en la prostituta más cotizada de Londres.
Teleny (1893)
Aunque atribuida a Oscar Wilde, fue publicada bajo el más estricto anonimato, pero con el siguiente reclamo publicitario: “La novela erótica mejor escrita en lengua inglesa, y que aborda escenas que sobrepasan las licencias más salvajes”. Su trama, abiertamente gay, narra las andanzas de un seductor que puede ser tanto un depravado corruptor de jóvenes como un celoso que sufre por las infidelidades de su amante. Estuvo prohibida hasta 1966.
Kagi. la llave (1956)
Su autor, Junichiro Tanizaki, fue candidato al premio Nobel. Esta novela adopta la forma del doble diario de una pareja formada por un hombre maduro y una mujer más joven. Dos diarios paralelos que comienzan con el año nuevo y perduran cuatro meses, hasta la enfermedad del esposo, y que continúa el de la mujer un par de meses más. Diarios que cada uno escribe con la esperanza de saber que va a ser leído por el otro y, así, establecer una comunicación cómplice donde cada uno expresa sus anhelos sexuales más secretos.
Candy (1958)
Publicada con el seudónimo de Maxwell Kenton, su autor, Terry Southern, es conocido por su faceta de guionista de cine: suyos son los libretos de filmes como Easy rider, Barbarella y ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú. Elegida por la revista Playboy como una de las 25 mejores novelas eróticas de todos los tiempos, Candy es una parodia del Cándido de Voltaire. La protagonista es una joven pánfila que busca la plenitud espiritual en un mundo de comunas, poblado por chaperos y macarras reconvertidos en falsos gurús que abusan de sus discípulas.
Myra Breckinridge (1968)
“Soy Myra Breckinridge, que no será nunca poseída por ningún hombre. Llevando puesto solamente un liguero a modo de escudo, he mantenido alejados a los isleños de Trobriand. Esgrimiendo un hacha de piedra, corto los brazos y los testículos de sus mejores guerreros, deslumbrados por mi belleza, como les sucede a todos los hombres, acobardándolos, reduciéndolos, como hizo la bella Fay Wray con King Kong.” Con tan surrealista párrafo inició Gore Vidal esta novela sobre una transexual nacida en una remota isla que, tras cambiarse de sexo y convertirse en mujer, viaja a Hollywood, donde provoca una revolución sexual.
La venus de las pieles (1870)
De Leopold von Sacher-Masoch, autor austríaco a partir de cuyo apellido se ha acuñado el término masoquismo, dado su gusto por las prácticas eróticas basadas en la humillación y el dolor. La novela es la crónica de la auténtica relación que el escritor mantuvo con Fanny Pistor, con la que firmó un contrato por el cual se comprometía a ser su esclavo y satisfacer todos sus deseos. A cambio, ella se tenía que vestir con pieles cada vez que se sintiera dominada por sentimientos de crueldad.
Con información de Quo.es | Wikipedia
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