Turquía, un año después: los terremotos han dejado al descubierto profundas cicatrices sociales y las mujeres se llevan la peor parte
Ha pasado un año desde los mortíferos terremotos de Turquía. El camino que queda por recorrer para recuperarse sigue siendo desalentador.
En la madrugada del 6 de febrero de 2023, la región sudoriental de Turquía se vio sacudida por una serie de fuertes terremotos. Un año después, amplias zonas de Hatay, la provincia más afectada, siguen en ruinas. El 24 de enero, en un blog desde Hatay, el periodista Cüneyt Özdemir comentaba: “La ciudad es como una obra en construcción en su mayor parte bajo escombros”.
El primer terremoto, de 7,8 grados en la escala de Richter, se produjo cerca de la frontera con Siria y mató al menos a 1 500 personas mientras dormían. Le siguió un seísmo de magnitud 7,5 nueve horas más tarde, situado a unos 95 km al suroeste. Hatay, ya en ruinas, fue sacudida de nuevo por un temblor de magnitud 6,4 dos semanas después.
La catástrofe causó más de 50 000 muertos y 107 000 heridos. Un total de 9 millones de personas se han visto afectadas, entre ellas 1,7 millones de refugiados que habían huido de la guerra civil en Siria.
Un año después, la economía y la sociedad de la región siguen sacudidas. La devastación ha dejado al descubierto profundas cicatrices sociales, y la tarea de reconstrucción sigue siendo inmensa.
Ramificaciones económicas
Las zonas afectadas representaban el 13,3 % del empleo total de Turquía antes de los seísmos. Los seísmos dejaron unos 220 000 lugares de trabajo inutilizables, lo que supuso una reducción del 16 % de las horas de trabajo. Provincias especialmente afectadas como Hatay, Kahramanmaraş y Malatya perdieron más del 10 % de su capacidad industrial.
Un año después, el desempleo sigue siendo un grave problema. Más de 230 000 personas de la región solicitaron prestaciones por desempleo a lo largo de 2023, pero menos del 40 % de estas solicitudes cumplían los criterios necesarios.
El gobierno turco ha lanzado recientemente un programa para ayudar a la gente a volver a trabajar en la región. Pero los sindicatos lo consideran una forma de proporcionar mano de obra barata a los empresarios, y han pedido al gobierno que se centre más en satisfacer las necesidades urgentes de los trabajadores, como la vivienda.
Sociedad fracturada
Los terremotos no sólo destrozaron la economía de la región, sino también el tejido social. Más de 850 000 edificios se derrumbaron con los seísmos iniciales y las miles de réplicas posteriores. Esto puso de manifiesto las deficiencias en las prácticas de construcción y un incumplimiento generalizado de la normativa.
El gobierno se comprometió a reconstruir 650 000 viviendas en el plazo de un año, pero los avances han sido lentos. Sólo se ha construido un 15 % de estas nuevas viviendas, y cientos de miles de personas siguen desplazadas. En la actualidad, más de 670 000 personas continúan viviendo en pequeños contenedores metálicos provisionales.
Los terremotos también tuvieron un profundo impacto en la educación de la región. Los daños en escuelas interrumpieron la enseñanza presencial de unos 7 millones de estudiantes.
El 2 de enero de 2024, el ministro turco de Educación, Yusuf Tekin, admitió que sólo se había reconstruido una cuarta parte de las instalaciones educativas destruidas por los seísmos. Durante el último curso escolar (de mediados de septiembre a mediados de enero), los alumnos recibieron clases principalmente en lugares en construcción.
Hoja de ruta para la recuperación
El gobierno turco afirma estar centrado en “reconstruir mejor”. Su objetivo declarado es construir ciudades y comunidades que sean más resistentes a este tipo de crisis en el futuro. Es un gesto encomiable (siempre que se haga realidad), pero es crucial que los esfuerzos de recuperación vayan más allá de la mera reconstrucción.
La respuesta del gobierno a la catástrofe ha fracasado en gran medida. Tras los seísmos, las mujeres y las niñas se han enfrentado a mayores responsabilidades de cuidado y trabajo doméstico, problemas de salud (especialmente relacionados con el embarazo) y una mayor susceptibilidad a la violencia.
Además, se enfrentan a una pobreza persistente. Un informe reciente en el que se encuestó a 60 mujeres de la región afectada reveló que la mayoría ganan lo que se denomina un “salario diario femenino”. Este salario se sitúa por debajo del mínimo nacional, lo que agrava aún más la desigualdad de género existente en el país.
Aunque la respuesta a los terremotos ha sido muy criticada, el gobierno sigue gozando de fuerte apoyo. En las elecciones nacionales del verano de 2023 el presidente Recep Tayyip Erdoğan y su alianza obtuvieron la victoria en diez de las once provincias afectadas por el terremoto.
Turquía se prepara ahora para las elecciones locales de primavera. La retórica política actual está dominada por un enfoque centrado en la sustitución de edificios antiguos no resistentes a grandes catástrofes por otros nuevos. Pero está claro que las regiones afectadas necesitan soluciones que incluyan a todos los miembros de la sociedad, lo que sólo será posible con la ayuda del gobierno nacional.
Ufuk Gunes Bebek, Assistant Professor in Economics, University of Birmingham
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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