Si quieres hacer reír a Dios cuéntale tus planes; por Christopher Barquero
Christopher Barquero | Life Coach @ChrisBarquero |
Sin afán religioso, el otro día escuchaba sobre lo que debió haber sentido Noé cuando Dios le dijo que hiciera un arca y congregara a todas las especies de animales y a los suyos porque vendría una gran tempestad. De seguro, empezando por su esposa e hijos, fue el hazmerreír de todos. Luego, al esperar tantos años, no dudo que él mismo haya pensando que se había vuelto loco. Pero no, porque todo pasó tal se le había dicho.
Su obediencia, capacidad para escuchar a la vida, Dios, la energía, la fuente, el universo -como quieras llamar a eso superior que le habló– es digna de admiración, así como es mínimo rendirle un aplauso de pie a su Fe. Sí, esa que tantos decimos tener pero que si existiera un aplicación para medirla, como se mide el porcentaje de pila del celular, cuidado y la mayoría andaríamos en números rojos de la baja carga de Fe que tenemos.
Muchas veces, casi a diario, olvidamos que absolutamente no tenemos el control de nada de lo que vinimos a aprender en nuestra experiencia humana. (Si lo tuviéramos sería bastante aburrido de hecho, sería una vida sin emoción, sin retos, sin aprendizaje). Pasamos aferrados tercamente a nuestra voluntad. Sentimos, creemos y asumimos que lo que nosotros pensamos es lo único que debe manifestarse en nuestras vidas; cuándo y cómo nosotros deseamos.
La frustración, que apuesto has sentido en algún grado y en uno, varios o muchos momentos de tu vida, tal cual yo lo he vivido, es cuando las cosas no salen de esa forma que planeamos y la vida te hace esperar o te lleva por otro lado. No, bueno, hay que ver nuestras reacciones que varían desde rayando en la desesperación, la tristeza, la congoja y la depresión.
Pero, ¿quién nos dijo que tenía que ser como nosotros decimos?, ¿en donde está el papel firmado con tal sentencia y garantía? La única firma que Dios ha puesto en nuestra vida es la de prestárnosla y la de haber depositado deseos en nuestro corazón que es lo que Él desea que realicemos. Sí, es su plan el que vinimos a realizar, no el nuestro.
El porqué la mayoría de las personas experimentamos esa frustración por no recibir lo que nosotros creemos que nos corresponde en todas las áreas — personal, profesional, de relaciones, amistad y otras–, es muy simple: porque hemos perdido la Fe.
Y no es que voy a entrar en temas religiosos, que yo honestamente con la religión no me llevo, pero sí con Dios o al menos algo superior a nosotros. La mayoría nos decimos hombres de Fe, pero, la mayoría también lo somos de la boca para afuera. Nuestro corazón está «pensando» terca e intensamente en todos los deseos que nosotros mentalmente, por compararnos con los demás, gracias a la influencia del marketing, por falta de auto y otras situaciones, hemos creado. Ya no creemos en lo que deberíamos de creer. Creemos en lo que creemos nos conviene.
Por ejemplo: las relaciones de pareja son tan complicadas actualmente. En la época de mis abuelos, casarse era «para toda la vida». Te fuera como te fuera, desarrollabas esa tolerancia y capacidad de siempre buscar una solución, una salida para permanecer juntos. Yo no digo que deba ser así siempre y que debas aguantar hasta la tumba situaciones que ya sabemos que es mejor no alojar en nuestras vidas, pero tampoco creo que la opción sea tomar una relación como si fuera una prenda de vestir, que quizás a la primera o a la segunda puesta ya no nos gusta y la tiramos. Las personas no encuentran una relación estable, en gran parte, por esa razón, porque ahora tienen poca tolerancia hacia desarrollar un proyecto de vida junto a alguien y todo lo que implica, tienen poca Fe o nada, en lo que juntos son capaces de desarrollar, compartir, crear y avanzar. Y pues sin Fe, no llegamos a ningún lado. No tienen Fe, porque no esperan nada, entonces les da igual.
La Fe, además, va más allá de las palabras, en consecuencia con las acciones. Todos quieren una pareja y una relación de cuento de Disney donde fueron felices para siempre, pero de decirlo no pasan y pues nada en la vida se sostiene de palabras, sino de que de hechos.
Una gran ausencia de Fe, la estelar después de la que no permite lograr o consolidar una relación amorosa, es la en sí mismos. La gran mayoría de las personas no logra las metas personales o profesionales que desea alcanzar porque dicen tener Fe, si es que son conscientes de que hay que tenerla, pero no la viven, no hacen nada por nutrirla y ser consecuentes con y si ellos mismos no creen en ellos, ¿por qué los demás habrían de creer?
Muchas personas tienen carencias económicas por falta de Fe, así de simple. No se asumen ni descansan en saber que una fuerza superior, les proveerá de todo lo que necesitan. No tienen fe y desesperan. En vez de moverse en fe y accionar en la búsqueda de esas puertas que significan un trabajo, un salario mensual o ingresos extra, se dedican a lamentarse. Y vaya que puedo dar fe, precisamente de esto: cuando en algún momento la cuestión económica se puso cuesta arriba quizás algunos días salía al trabajo sabiendo que no tenía dinero para la comida porque el que había era para los pasajes, entonces, decidí no afanarme; bien decían que Dios proveía y en efecto, esos días no faltaba quien me dijera: «toma mi almuerzo porque voy a ir a comer afuera,» o alguien me invitaba a comer o bien, mis padres me llamaban para decirme que me habían depositado tal cantidad de dinero para que tuviera con qué comer. Yo tenía Fe, no me angustiaba y todo se fue solucionando un día a la vez. Yo, en esa situación decidí tener Fe.
A la Fe la definen como: «la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve». Y así es. La cosa es entender que para tener Fe, necesitamos tener esperanza y la esperanza se crea con lo que se nos dice o se nos promete. Por ejemplo: cuando un padre o una madre le dice a su hijo que cuando acabe con toda la comida le dará el postre que tanto le gusta, muchas veces el niño se desespera y sin acabar dice que ya terminó, que no quiere más, que ya quiere el postre. Esos somos nosotros cuando nos frustramos, queremos evadir el aprendizaje que la vida nos ofrece llegar a donde deseamos y punto. Quisiéramos evitar nuestro recorrido de aprendizaje y que nos llevaran en un helicóptero a la meta.
Pero cuando esto sucede, el padre o la madre le hacen saber a su hijo que no, que hasta que acabe con todo lo que hay en el plato, le darán el postre. Un niño obediente acaba y cuando lo hace obtiene su recompensa, no se desespera porque confía en la palabra de sus padres. Tiene Fe, basada en la esperanzas de las palabras de sus progenitores. Mientras, nosotros esperamos muchas veces que sucedan las cosas que deseamos y no las que son parte de nuestro Plan Divino, por eso es que nos dedicamos al berrinche al ver que nada sale como planeamos. Pero nadie nos dijo que eso era para nosotros. De hecho muchas veces nos afanamos tanto que la vida permite que lo obtengamos y cuidado y no se ha convertido eso tan deseado en un tormento y en algo que terminamos sacando de nuestras vidas… Como bien dicen: «Si quieres hacer reír a Dios cuéntale tus planes.»
Ahí esta otro detalle, debemos escuchar en nosotros qué es lo que se nos ha prometido, cuales son esos postres que nuestro padre, que la vida, el universo, nos promete, qué es lo que la vida quiere de nosotros para, sobre eso, confiar, desarrollar la esperanza y saber que llueva, truene o relampaguee, vamos a recibirlo. Eso es Fe y hace que tengamos una vida plena, sin ansiedad, porque sabemos que vamos a recibir lo que merecemos. Y porque vamos dando los pasos para lograrlo, pero porque tenemos la confianza, la esperanza de que se nos ha prometido. Como no hay duda, como lo sabemos aún cuando no lo hemos visto llegará a nuestras manos, caminamos tranquilos.
Ahora bien, ¿cómo escucharte? Eso tú lo sabes mejor que nadie. Recuerdo que desde niño yo tenía claras algunas situaciones que a través de las décadas la vida me ha ido concediendo. Todavía tengo algunas pendientes, no todos los deseos de mi corazón han sido concedidos y precisamente porque me desespero y pierdo la Fe en ocasiones, porque soy tan humano como cualquier otro, es que escribo este capítulo, porque quizás al igual que tú, yo necesito recuperar, aumentar, trabajar y vivir en Fe.
Lo mejor es que aunque digan que es malo mirar atrás y no tiene sentido, si lo hacemos, nos damos cuenta, que después de todo, la vida, Dios, el universo, la luz, la energía -como le llames–siempre nos termina dando eso que nos prometió, que sentíamos que lograríamos; siempre logramos salir de aquello que en su momento no sabíamos como íbamos a resolver. En ocasiones, lo concedido hasta supera lo que pedimos.
Así, he comprendido que aunque decretar, pensar y actuar positivamente es bueno, todo lo que decretes, visualices, pienses y desees, debe ser sobre algo prometido, que tú sientes que la vida te entregará, porque por ejemplo, por más que yo decrete, visualice y haga todo positivamente para decir que voy a sacar un disco, que cuando salga será un hit en ventas y que haré un concierto al lado de Beyoncé, U2 y Madonna, tengo claro que no va a ser, –no porque yo sea negativo y no crea en mí–sino porque ese talento no se me dio, pero tengo otras capacidades que me hacen único, como tú las tienes también. Así que es bueno tener claro sobre qué vamos a tener Fe y no olvidar de dónde proviene, de donde brota nuestra esperanza. Recuerda que difícilmente podemos tener Fe si todo lo queremos a nuestro modo. Si no sueltas, no recibirás, hasta que sueltes el afán porque las situaciones sean como tú dices o crees que deben de ser.
Es maravilloso entender esto porque si estás dispuesto a escuchar y recibir mensajes, estos te empiezan a llegar. Simplemente pídelos y abrirás un libro y te asombrarás cómo te dice algo relacionado con eso que deseas; inesperadamente alguien te hará un comentario sobre el tema; verás una película que habla de eso que anhelas, te encontrarás con alguna publicidad al respecto o escucharás una canción que deja claro algo sobre eso que deseas. Claro, insisto, si es que se trata de un deseo que fue depositado en tu corazón al venir a esta experiencia humana y no simplemente de un capricho que tienes. Tú sabes bien cómo diferenciar, porque podrás engañar a los demás pero no a ti mismo.
El otro día leía algo hermoso. «Dame, Señor; lo que tú sabes me conviene y yo no sé pedir». Empieza por ahí, por tener la humildad de saber que no es lo que tú digas, sino lo que la vida tenga para ti. Enfocarnos y aferrarnos a que debe ser lo que nosotros deseamos solamente nos hará que pasemos momentos de desesperación en medio de nuestro berrinche, que no es más que una elección propia, como todo en la vida.
¿Cuántas personas han enfrentado un diagnóstico médico nada alentador, pero con Fe en sus corazones, sabiendo desde lo más profundo de su ser que todavía no les toca abandonar esta tierra se recuperan? Simplemente, alimentan la esperanza de lo que saben, lo que sienten, en cierto modo es una certeza de que todo estará mejor y lo logran, porque lo que pides se te concede. Pero si pides bien. NO veo a todos pidiendo un Ferrari afuera de sus casas y cuidado y la vida te sorprende hasta con un auto mejor.
Lo cierto es que como reza el dicho: «La fe mueve montañas, pero es más fácil mover una montaña de tierra que mover una montaña dentro del corazón». Escucha tu corazón, depende de ti, deja los ruidos externos, todo lo que digan y opinen los demás y déjate llevar por el mundo de la mano de la Fe.
Yo no te digo que pierdas la ambición en lo que deseas, solamente que sepas a dónde enfocar tus energías y que no las pierdas en situaciones que no puedes controlar, y que si confías y tienes Fe se te van a dar, la vida te va a ser más placentera.
En vez de desgastarte por tratar de convencer a Dios y a todos los demás de querer hacer las cosas a tu manera, convéncete que en tu vida todo está trazado y si te afanas en algo que sea por escuchar, entender y llevar a cabo eso que la vida, Dios, el Universo, desean para ti. Es más fácil que desgastarte queriendo cambiar al mundo y frustrándote porque las cosas no salen a tu manera.
Recuerda que la desesperación dice «¡corre, haz algo!»; la angustia dice «¡dalo todo por vencido!»; pero la Fe dice «¡espera y confía!». Convierte tus temores en gozo ¡y aprende a tener fe!
¡Y recuerda: a sonreír, agradecer y abrazar la vida!
Christopher Barquero | Twitter: @ChrisBarquero | Facebook: Chris Barquero | Instagram: @ChrisBarquero
Christopher Barquero es periodista, productor y conductor de televisión costarricense radicado en México. Trabaja para la cadena Televisa y es colaborador de CNN. También dirige su propia agencia de relaciones públicas y mercadeo. Christopher es Life Coach, dedicado a impartir sesiones de Life Coach, Coach Ejecutivo y Empresarial. Es ferviente seguidor de las filosofías para el desarrollo, crecimiento personal y espiritual del ser humano, así como todo lo relacionado con la inteligencia emocional, autoayuda, meditación, metafísica, alimentación, ejercicio, programación neurolingüística, aplicación mental, kabbalah y yoga. Actualmente escribe su primer libro, una guía para el bienestar emocional, físico y espiritual.
Foto: Hombre rezando / Shutterstock
- Me gusta 4
- Me encanta 8
- Me divierte 0
- Me asombra 0
- Me entristece 1
- Me enoja 0