¿Sabía que iba a morir? Revelan las últimas palabras de George H. W. Bush
El presidente #41 de los Estados Unidos, tenía días enfermo. Su salud había empeorado y su ánimo había decaído considerablemente. Los últimos días de su vida, se había negado a comer, únicamente quería pasar tiempo en compañía de su perro de servicio Sully y sus familiares.
Debido a su delicada condición, había recibido varias visitas -entre ellas, Barack Obama-. Bush falleció el primero de diciembre, a los 94 años en su casa en la ciudad de Houston, en Texas. Según reportó The New York Times, al momento de despedirse, estaba rodeado de varios amigos íntimos de la familia, sus familiares más cercanos, su médico de cabecera, e incluso un sacerdote, que minutos antes de partir, le dio su bendición.
Una trágica conversación ¿sabía Bush que se acercaba su muerte?
Su amigo cercano y secretario de estado, James A. Baker III, visitó a Bush el día antes de su muerte. Al llegar, ambos tuvieron una corta pero significativa conversación:
George H. W. Bush: ¿A dónde vamos Bake?
James A. Baker III: Vamos al cielo.
George H. W. Bush: Ahí es a donde quiero ir.
13 horas después de la conversación, Bush había muerto.
Un último momento, cargado de emociones
George H. Bush, llamó a su padre la noche del viernes, los médicos le habían informado que su condición empeoraba cada vez más y que probablemente «no pasaría la noche». Bush, al despedirse, le recordó que había sido un padre maravilloso, a lo que George H. W. Bush respondió:
Yo también te amo…
y esas fueron sus últimas palabras.
Padre e hijo mantenían una estrecha relación. Bush se lamentó no haber podido estar con su padre en su último momento.
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Una partida ‘al cielo’ tranquila y rodeada de amor
«No puedo hablar de eso sin llorar. Su partida fue tranquila y gentil, como la que esperarías que todos tuvieran. Él estaba listo», declaró en una entrevista telefónica Baker.
El pastor Levenson, quien había sido confidente y amigo de Bush por más de 11 años, lo visitó y acompañó sus últimos días. Declaró a un medio local, que el presidente encontraba alivio al pensar que pronto se encontraría con su esposa Bárbara – quien murió a los 73 en abril del 2018- y su pequeña niña Robin, quien murió en 1953 de leucemia, cuando tenía 3 años.
«Nos arrodillamos a su alrededor y pusimos nuestras manos sobre él, rezamos todos juntos y él estaba muy agradecido. Fue una muerte gentil. Fue muy evidente que ese hombre era muy amado», declaró el pastor Levenson.
Hasta «Sully», el perrito de servicio del presidente se mostró afectado. Bush había decidido adoptarlo tras batallar contra la depresión al morir su esposa Bárbara. Fue quien lo mantuvo estable emocionalmente hasta el último de sus días.
Con información de: The New York Times
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