Qué buscan los lectores de relatos románticos
Inmaculada Pérez Casal, Universidad de Santiago de Compostela
Las historias de amor son una parte fundamental de nuestra experiencia vital y de la tradición artística occidental. Están presentes en la pintura, en la música, en el cine, pero sobre todo en la literatura. Desde mediados del siglo XX, la novela romántica de masas es el prototipo de relato romántico por excelencia. También es el más denostado a pesar de su popularidad.
La repetición de ciertos elementos narrativos (una pareja se conoce, sortea los obstáculos que dificultan su relación y vive feliz para siempre) convierte a las novelas románticas en productos de la cultura de masas. La temática amorosa se percibe injustamente como femenina, conservadora y frívola. Sus principales consumidores son ciertamente mujeres, aunque también hombres en menor medida, y todo lo anterior genera desprecio en algunos sectores que se autoproclaman más avanzados, modernos y elitistas.
Pero si se trata básicamente de historias trilladas, ¿cómo explicamos que la novela romántica continúe batiendo récords de ventas? ¿Qué buscan los lectores, y muy especialmente las lectoras, cuando eligen un relato romántico por encima de cualquier otro producto literario?
Escapismo y fantasía
En 1984, la académica Janice Radway afirmaba que estas historias permitían a las lectoras evadir temporalmente sus responsabilidades como madres y esposas. Indirectamente, las convertían en protagonistas absolutas, pues en una novela romántica todo gira alrededor de las necesidades afectivas, emocionales y/o sexuales de la mujer protagonista.
Treinta años después, la situación no ha cambiado mucho. Vivimos en una sociedad que presume de ser igualitaria, pero las labores de cuidado y el trabajo doméstico aún recaen principalmente sobre la mujer. A veces el problema no son las tareas en sí, sino la carga mental y física que supone organizarlas y supervisarlas. Además, muchas mujeres comprueban cómo en su día a día su identidad se ve reducida a los roles tradicionales de esposas, madres e hijas.
Frente a esto, una novela romántica ofrece experiencias alternativas, premiadas con un final feliz. Permite evasión y lidiar con el estrés cotidiano, pero también reivindicarse. El mensaje de fondo es que hay otras formas de vida, que los obstáculos pueden superarse, y que siempre habrá una recompensa.
A través de estas historias se exploran una gran variedad de situaciones, comportamientos, deseos y fantasías. El romance histórico es un subgénero muy popular, que recrea las circunstancias adversas de las mujeres en el pasado, al igual que el gay romance (romance homosexual) que cuenta con un gran número de lectoras heterosexuales.
También habría que destacar que algunas novelas románticas se adentran en temas generalmente considerados tabú. El caso de Cincuenta Sombras de Grey es, probablemente, uno de los más conocidos y recientes. En su favor, podemos decir que la novela de E.L. James retrata la expresión de la sexualidad y, sobre todo, habla abiertamente del deseo y del placer femenino.
Con todo, las novelas románticas proporcionan al lector mucho más que una vía de escape temporal, o la oportunidad de explorar las fantasías más íntimas. Hay otros aspectos que son igualmente importantes para comprender su éxito.
Proyección de valores
Valores como el amor, el cuidado del otro y la preocupación por los demás se consideran fundamentales en nuestra sociedad. Tradicionalmente, estos principios se han inculcado en mayor medida las mujeres, y muchas se guían por ellos en su día a día.
Las novelas románticas acostumbran a ensalzar estas cualidades consideradas “femeninas”. Muchos sospechan de una trampa para perpetuar los roles de género tradicionales, pero nada más lejos de la realidad. Estas historias transmiten a sus lectoras que los valores por los que se rigen son los correctos, y los hacen extensivos a los hombres.
Al héroe de la fórmula clásica se le conoce como “macho alfa” porque representa la dominación. Pero para que el final feliz sea posible, éste debe transformarse, feminizarse. Actualmente, y gracias a una mayor conciencia feminista, las novelas románticas muestran otras formas de masculinidad que abrazan los valores mencionados desde la primera página.
Sin duda, ver estos principios reconocidos, ensalzados y compartidos supone otro de los atractivos de estas historias. También la dimensión y proyección social de esta literatura tienen un gran peso en este caso.
Punto de encuentro y ejemplo de empoderamiento
Las lectoras de novela romántica forman una gran comunidad. Interactúan a través de páginas web y redes sociales, intercambiando activamente opiniones, comentarios y reseñas. Gracias a las nuevas tecnologías, el género se ha convertido en un verdadero punto de encuentro para muchas mujeres.
Este sentimiento de grupo traspasa los límites de lo virtual. Se organizan eventos literarios de toda clase alrededor de la novela romántica, desde clubes de lectura hasta congresos. Se trata, además, de reuniones muy democráticas. Reúnen a lectoras veteranas y neófitas, e incluso a académicos especialistas.
La crítica feminista Glinda F. Hall destaca el ambiente amistoso y acogedor, de apoyo mutuo, que se respira entre los miembros de esta comunidad. Hall considera que éste es uno de los aspectos más positivos de la novela romántica, y no le falta razón.
Ante la pregunta de qué esperan encontrar cuando leen relatos románticos, muchas lectoras hablan de una sensación de empoderamiento, tanto individual como colectiva. Teniendo en cuenta los prejuicios que acompañan a los relatos románticos, declararse fan y defender el valor de estas historias es todo un desafío a los gurús literarios, al mundo académico y a la sociedad en general.
El tiempo que invierten las fans en leer y compartir estas historias es tiempo que emplean en sí mismas. Lo mismo sucede con los recursos materiales. Cuando una decide comprar una novela romántica, o viajar a otra ciudad para encontrase con otras lectoras, está actuando en su propio beneficio.
Para muchas mujeres este comportamiento es un acto de rebeldía que, tal y como señala Hall, se ve reforzado con la participación en estos grupos. Muchas lectoras, por ejemplo, se animan incluso a interactuar creativamente, invirtiendo tiempo y esfuerzo en proponer y componer sus propias historias. Es decir, su lectura de relatos románticos las anima a desarrollar su creatividad y a hacer oír su propia voz.
Hacia una revalorización de los relatos románticos
La crítica siempre se ha mostrado muy severa con la novela romántica. Los gurús literarios y el mundo académico han condenado la repetición de fórmulas temáticas y estructurales en el género. Y desde el movimiento feminista, advierten de lo dañinos que pueden ser los estereotipos de género que reflejan algunas de estas historias.
En cambio, desconocemos por qué y para qué muchas personas vuelven una y otra vez a estas lecturas. El escapismo es una explicación recurrente, pero no la única. Los relatos románticos atraen enormemente a quienes reivindican la importancia de valores como el amor, el cariño y la preocupación por los demás. Y entre muchas otras cosas, también aportan a sus lectoras una comunidad en la que integrarse, sentirse respaldadas, y crecer personalmente.
No se trata de aplaudir sin más todo lo relacionado con la literatura de corte romántico. Pero para comprender mejor el éxito de estos productos literarios, es necesario dejar a un lado prejuicios y estereotipos. Urge, por tanto, adoptar una postura más abierta, más objetiva, que nos permita analizar este fenómeno de masas en toda su complejidad.
Inmaculada Pérez Casal, Doctoranda en Estudios Ingleses Avanzados, Universidad de Santiago de Compostela
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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