¿Qué aportan a las instituciones las revistas científicas universitarias?
Además de difundir el conocimiento, las revistas científicas universitarias acreditan la solvencia y asientan el prestigio de la institución que las publica.
Cualquier persona que desea desarrollar una carrera investigadora siente la necesidad de publicar los resultados de sus avances para el conocimiento científico, en beneficio de los lectores y de la sociedad. Publicar un trabajo original cumple unas funciones: registrar el resultado de una investigación, difundirlo y permitir el desarrollo profesional y académico de los investigadores.
Según el tipo de contribuciones, las revistas pueden ser de carácter informativo, cuando divulgan programas de interés científico, técnicos o educativos; de difusión científica y cultural, que se destinan a un público amplio; y arbitradas, que siguen un proceso de revisión para estar indexadas en bases de datos.
Entre las revistas arbitradas, los centros difusores de conocimiento científico pueden ser asociaciones o institutos científicos –como el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) o la Sociedad de Estadística e Investigación Operativa (SEIO)– o una universidad. También pueden estar asociadas a editoriales comerciales, como las que dependen de Elsevier, Springer, Sage, etc.
La misión de las revistas científicas
Publicar en revistas científicas contribuye a la generación del conocimiento, puesto que permite avanzar en el área específica de la investigación. Como publicaciones periódicas que difunden contenidos de investigación original, siguen una metodología delimitada y un proceso riguroso de revisión por personal experto.
Si nos detenemos en las revistas científicas editadas desde la universidad y nos preguntamos qué aportan a la propia institución, cabe tener en cuenta, en primer lugar, que son un medio de socialización de la investigación y un canal continuo de comunicación de la ciencia, es decir, una ventana abierta a la difusión del conocimiento científico a la sociedad. En este sentido, tienen como objetivo informar sobre aspectos relacionados con un área específica.
Cuando una revista científica sigue unos estándares rigurosos en el proceso de revisión y publicación de resultados, es intermediaria entre los autores (investigadores) y los lectores, que generan conocimientos nuevos. Al mismo tiempo, se convierte en una forma de conceder prestigio a una institución y adquiere una función social en la difusión científica.
En definitiva, la publicación de artículos adquiere un papel fundamental en la comunidad científica, porque es una base colectiva de difusión de conocimiento y permite el intercambio científico. Más allá de la comunicación y de la propagación social de la ciencia, la excelencia de las publicaciones científicas se consigue mediante mecanismos que validan la originalidad, la relevancia y el impacto social, además de la calidad de la gestión editorial.
La universidad como centro de difusión a través de las revistas
Para cualquier universidad, sus revistas científicas son un medio de unión con la sociedad y una evidencia de la calidad editorial de la propia institución.
Los autores que colaboran en ellas demuestran confianza en la universidad en la que van a transmitir los resultados de su investigación. Además, publicar desde la universidad facilita el desarrollo de líneas de investigación, y es un medio de proyección que consolida el prestigio en un área científica específica.
Es imprescindible que las universidades, conscientes de que son un reflejo del funcionamiento de la institución en materia de investigación y del claustro que la conforma, ofrezcan reconocimiento y apoyo a los editores. Las revistas científicas son agentes multiplicadores de la imagen y del prestigio de la institución en el contexto internacional.
Aun así, la gestión editorial se encuentra a veces con problemas de continuidad, de cumplimiento de la periodicidad o de las buenas prácticas editoriales y de integridad científica. Con el fin de evitarlo, las instituciones académicas deberían velar para asegurar una gestión editorial óptima, así como incentivar entre los editores de revistas su compromiso con la tarea de difusión científica.
Las universidades se convierten así en editoras de revistas científicas. Estas publicaciones son parte del conocimiento que generan, puesto que contribuyen a la transferencia de los resultados de la investigación, a la vez que permiten el acceso libre a las revistas científicas.
Participación democrática y contenido accesible
Una revista científica aporta beneficios a la universidad en cuanto a promoción de la identidad de los autores con la institución, vinculación con la sociedad y difusión del conocimiento. Para conseguir estos beneficios se deberían seguir los principios de acceso abierto justo (Fair Open Access Alliance, FOAA), según los cuales una revista científica está controlada por la comunidad universitaria.
El punto clave en este caso es que la revista no sea comercial: la interfaz de publicación ha de permitir la participación democrática de lectores, autores y revisores. Además, todo su contenido debe ser accesible, por lo que una revista científica que se edita desde una universidad debe abstenerse de las tasas de publicación de artículos (APC), que son incompatibles con uno de los principios de acceso abierto justo.
Que una revista científica universitaria alcance prestigio en el área específica de investigación a nivel nacional e internacional depende de dos factores: en primer lugar, de la gestión de los agentes implicados en el proceso editorial; y en segundo lugar, del compromiso de la institución en potenciar las buenas prácticas editoriales en este tipo de publicaciones, que son la cara visible de la calidad de la investigación que se refleja en la sociedad.
Anna Peirats, IVEMIR-UCV, Universidad Católica de Valencia
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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