Octubre 31, 2023

¡No tire tan rápido de la cadena! Lo que revelan el color y la consistencia de nuestras deposiciones

Aunque parezca escatológico, vigilar el aspecto de los desechos orgánicos nos puede dar ciertas pistas sobre nuestra salud.

¡No tire tan rápido de la cadena! Lo que revelan el color y la consistencia de nuestras deposiciones

Hoy en día es posible monitorizar a través de nuestros móviles, relojes, pulseras o anillos inteligentes múltiples parámetros relacionados con la salud: número de pasos diarios, tipo e intensidad de entrenamiento, calorías, frecuencia cardiaca, horas de sueño, etc. Sin embargo, no debemos descuidar la observación de indicadores “analógicos” que no dependen de la cobertura, la conexión wifi o la batería. Y uno de estos parámetros es el aspecto de las heces.

Tal vez no suene muy glamuroso, pero monitorizar nuestras deposiciones es rápido y fácil y puede aportar información sobre la salud más allá del aparato digestivo, dada la conexión del intestino y su microbiota con el resto de aparatos y sistemas corporales.

Para animarle a que incluya esta rutina en sus hábitos de autocuidado, vamos a revisar cuáles son las características principales que debe tener una deposición normal. Hablaremos sobre todo de color y consistencia, pero es importante prestar también atención al olor y al propio acto de la defecación. Mientras que una evacuación intestinal saludable no requiere demasiado esfuerzo y es indolora, un aroma fuerte y desagradable resulta normal debido a la degradación de las sustancias de desecho por parte de la microbiota intestinal.

Color: más allá del marrón

De forma general y en un contexto de buena salud, las heces son marrones, entre color caramelo y cacao, cromatismo otorgado por nuestros glóbulos rojos y su proceso de senescencia. El ciclo de vida de los hematíes es de unos 120 días, y cuando lo completan y son descompuestos por el bazo, producen bilirrubina. De su conjugación en el hígado derivan unos pigmentos llamados urobilinógenos, que se almacenan en la vesícula biliar como parte de la bilis y llegan al segmento del intestino delgado llamado duodeno, dando color a las heces.

Sin embargo, el consumo de algunos alimentos y fármacos, así como ciertos procesos patológicos, pueden variar su “paleta” cromática. Hagamos una guía tipo Pantone que nos ayude a interpretar el color de nuestras deposiciones:

  • Verde: Espinacas, brécol y otros alimentos ricos en clorofila pueden provocar una coloración verdosa. Pero también la Salmonella, una bacteria de la que seguro ha oído hablar y que puede producir cuadros de gastroenteritis. ¿Entonces? Si se encuentra bien y ha comido espinacas, no debe preocuparse. De no ser así, y si además sufre diarrea, náuseas, vómitos o fiebre, sospeche y busque atención sanitaria.
  • Naranja: Alimentos ricos en betacarotenos como la zanahoria o la calabaza pueden teñir las heces de este color. También lo hacen la rifampicina –un fármaco muy utilizado para el tratamiento de infecciones micobacterianas como la tuberculosis– y algunos antiácidos.
  • Amarillo: Sugiere la presencia de una cantidad excesiva de grasa en los excrementos, lo que puede deberse a problemas de absorción intestinal (como en la enfermedad celíaca y el SIBO) o a un déficit de enzimas pancreáticas o de bilis. Si hay exceso de grasa, las deposiciones también brillarán y flotarán.
  • Blanco: Las deposiciones blanquecinas, pálidas o grisáceas avisan de alteración hepática o de la vesícula biliar.
  • Rojo: Puede explicarse por pequeños restos de alimentos sin digerir, como la piel del tomate o el pimiento rojo, pero también por la presencia de sangre en heces. Pequeñas hebras rojas en la superficie suelen ser indicio de hemorroides o fisuras. Si la sangre está mezclada con las deposiciones, debemos pensar en procesos inflamatorios intestinales o en la presencia de pólipos o tumores.
  • Negro: Aunque parezca extraño, también puede deberse a la presencia de sangre. En este caso, corresponde a restos de un sangrado en los tramos altos del tubo digestivo: al ser “digerida” en su tránsito, la sangre adquiere un color oscuro cercano al negro. Estas heces, que clínicamente llamamos “melenas”, suelen desprender un olor muy fuerte y quedarse muy adheridas al WC. Otras causas de heces negras pueden ser el consumo de fármacos como el hierro o de alimentos como la tinta de calamar, la remolacha o los arándanos.

Consistencia: la Escala de Bristol

La consistencia es un dato clave en la evaluación de la salud intestinal, y depende fundamentalmente del contenido de agua. Cuando el tránsito intestinal es rápido, la absorción de agua se ve limitada, dando lugar a heces líquidas o semilíquidas. Y si dicho tránsito es lento, la absorción se produce en todos los tramos del intestino y las heces se deshidratan, volviéndose más duras.

Para medir la consistencia disponemos de una escala ordinal, la Bristol Stool Form Scale (BSFS), que clasifica las heces en base a su consistencia y forma, desde las más duras (tipo 1), hasta las más blandas (tipo 7).

La descripción del aspecto de cada modalidad a simple vista es la siguiente:

  • Tipo 1: Fragmentos duros y separados, tipo nueces, difíciles de evacuar.
  • Tipo 2: Forma de salchicha, compuesta de fragmentos visibles.
  • Tipo 3: Forma de salchicha o morcilla, con grietas en su superficie.
  • Tipo 4: Forma de salchicha o serpiente, suave y lisa.
  • Tipo 5: Trozos de masa pastosa, de bordes bien definidos y fáciles de evacuar.
  • Tipo 6: Fragmentos blandos y esponjosos, con bordes irregulares y consistencia blanda o pastosa.
  • Tipo 7: Heces acuosas, sin fragmentos sólidos, totalmente líquidas.
Escala de Bristol.
Cabot Health, Bristol Stool Chart / Wikipedia,
CC BY

Los tipos 1 y 2 son heces anormalmente duras y suelen apuntar a estreñimiento, mientras que las modalidades 6 y 7 se consideran deposiciones demasiado líquidas, compatibles con diarrea. Esto posiciona a los tipos 3, 4 y 5 como la normalidad. El ideal se adscribe al tipo 4.

Anímese a monitorizar su salud sin apps e incluya en su día a día esta pequeña guía cromática y la sencilla Escala de Bristol. Mire antes de tirar de la cisterna y si detecta algún signo de alerta, consulte a su enfermera, nutricionista, médico de familia y/o al especialista en aparato digestivo o gastroenterólogo.The Conversation

Esther Martínez Miguel, Directora del Grado en Enfermería. Facultad de Ciencias de la Vida y de la Naturaleza, Universidad Nebrija y Silvia Gómez Senent, Médico de Aparato Digestivo. Profesora en el Grado de Enfermería, Universidad Nebrija

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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