Noviembre 19, 2018

La calidad del esperma disminuye pero, ¿nos dirigimos hacia un mundo estéril?

La calidad del esperma disminuye pero, ¿nos dirigimos hacia un mundo estéril?

Shaun Roman, University of Newcastle

Gracias al estreno de la serie El cuento de la criada, basada en la novela homónima de Margaret Atwood, y a un reciente estudio que afirma que la calidad de esperma masculino está disminuyendo en todo el mundo, la fertilidad se encuentra en el punto de mira. Son muchos los que quieren averiguar si el futuro distópico creado por Atwood, en el que el mundo se ha vuelto estéril, es realmente posible. ¿Estamos ya a mitad de camino?

Los resultados del estudio

El artículo científico que el pasado verano copó los titulares de todo el planeta revelaba que la cantidad de espermatozoides en los hombres occidentales están disminuyendo.

El estudio es un metaanálisis que pone en común estudios del mismo tipo y combina sus resultados. Cada análisis está realizado con datos de diferentes hombres evaluados en épocas dispares por investigadores distintos. Por lo tanto, el estudio no es tan esclarecedor como podría serlo si se hubiera estudiado a los mismos sujetos a lo largo del tiempo. Además, muchos de los estudios individuales analizados han demostrado tener sus propios problemas.

Entonces, ¿está disminuyendo realmente la fertilidad?

La estimación actual señala que los varones occidentales producen 50 millones de espermatozoides por mililitro eyaculado, es decir, menos que antes. En cualquier caso, solo es necesario un espermatozoide para fertilizar un óvulo, por lo que la cifra de 50 millones es suficiente para indicar que los varones aún no tienen un problema serio.

Hay datos que indican que, con un número menor de 40 millones, hay una relación directa entre la cantidad de espermatozoides y la probabilidad de que la mujer quede embarazada. La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que el mínimo para que un hombre sea considerado fértil son 15 millones de espermatozoides por mililitro. Este dato se basa en varones que han concebido un hijo en los últimos 12 meses. Solo el 5% con cantidades inferiores a 15 millones fue capaz de reproducirse.

En el caso de las mujeres, es necesario entender que el período de tiempo en el que son fértiles es de por sí corto, y que está disminuyendo a medida que crece el nivel educativo de las mujeres y la dedicación a sus carreras profesionales.

El momento en que las mujeres tienen un mayor número de óvulos es durante su propia gestación en el vientre de su madre. Alrededor de una sexta parte de los óvulos desaparece al nacer, y en la pubertad el número es de 500.000 o incluso menos. Desde la pubertad hasta los 37 años se produce una disminución constante, desde 500.000 hasta 25.000 óvulos. Después de los 37, el ritmo de disminución aumenta hasta la llegada de la menopausia, cuando solo quedan unos 1.000 óvulos. Es importante destacar que esto son solo promedios y que se puede asegurar que una mujer conserve 25.000 óvulos a los 37 años.

Las cifras de espermatozoides demuestran que los hombres no tienen problemas de fertilidad, pero la disminución de esos números podría suponer un empeoramiento de la salud.
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La calidad es otro asunto. Los problemas cromosómicos (como el síndrome de Down, en el que una persona tiene tres copias del cromosoma 21 en lugar de dos) se ven incrementados con la edad. La fecundación in vitro a menudo es considerada como una vía para sortear la fertilidad, pero el porcentaje de éxito más elevado (41,5%) se da en mujeres menores de 35 años, y mide los embarazos, no los nacimientos. A los 40 años, el porcentaje disminuye hasta el 22%, y a los 43 años cae hasta el 5%.

En resumen, la situación para las mujeres no es perfecta, pero las cifras no cambian con el tiempo. De hecho, las estimaciones no han variado desde 1600 hasta 1950.

¿Qué está afectando a la fertilidad?

Un factor clave que determina la fertilidad femenina es la educación. Pero no la educación individual, sino la del conjunto de la sociedad. Si una comunidad es culta, la fertilidad desciende. Cuanto mayor sea el nivel educativo de una mujer, menor será la probabilidad de quedar embarazada durante su juventud.

Pero poder retrasar el momento de la maternidad no lo es todo. El estilo de vida escogido tiene mucha importancia. Sabemos que el tabaco, el alcohol y la obesidad afectan a la cantidad y calidad de óvulos. Las mujeres, como hemos comentado anteriormente, tienen el mayor número de óvulos cuando se encuentran en el vientre de su madre y, si esta fuma, afectará directamente a los óvulos del feto. El consumo de tabaco durante el embarazo está disminuyendo lentamente (del 15% en 2009 al 11% en 2014), pero el porcentaje entre poblaciones indígenas, como las de Australia, es aún muy elevado (45%).

Siempre se ha dicho que el tabaco y el alcohol son los factores principales para la disminución del número de espermatozoides, pero las evidencias ponen en duda estos datos. Los estudios apuntan a que los principales motivos de tal descenso son la obesidad y el estrés. Por ejemplo, niveles elevados de ansiedad y estrés han sido relacionados con bajos registros de espermatozoides. También el estrés vital (definido como dos o más sucesos estresantes acontecidos en los últimos 12 meses) produce ese efecto, no así el estrés derivado del trabajo.

Para los hombres, las simples cifras son una medida clara de fertilidad. Es la calidad del esperma producido lo que preocupa. La OMS establece que para que un hombre sea considerado fértil al menos un 4% de su esperma ha de tener buena apariencia. Pero, en realidad, es realmente difícil saber cuáles de los muchos factores implicados pueden estar afectando a la apariencia de los espermatozoides.

Los problemas a la hora de estudiar la fertilidad

Podemos debatir acerca de lo que los estudios dicen sobre la fertilidad, pero en Australia hay varios problemas inherentes a la investigación en este campo. Muchos de los datos que tenemos sobre la cantidad de espermatozoides provienen de dos fuentes: hombres que acuden a clínicas de fertilidad y hombres que se someten a exámenes médicos antes de ingresar en el ejército. La primera fuente se ciñe a aquellos que, seguramente, tienen un problema previo. La segunda, por su parte, se limita a un solo grupo de edad.

Los metaanálisis combinan los resultados de muchos estudios y se limitan a recoger aquellos que utilizan las mismas herramientas y mantienen el mismo enfoque para poder ser comparados de manera justa. Un extenso metaanálisis indicaba que fumar es perjudicial, pero los sujetos sometidos a estudio eran varones pacientes de una clínica de fertilidad, por lo que seguramente la mayoría de ellos eran estériles, fumasen o no.

Otro gran estudio se realizó con soldados de EEUU y Europa y no encontró relación entre la fertilidad y el consumo de alcohol. Esto pudo deberse a que solo tuvo en cuenta el alcohol ingerido la semana previa a las pruebas médicas, y es probable que muchos soldados no bebieran alcohol los días anteriores al examen.

Estudiar un pequeño subconjunto de la sociedad no es una buena muestra de lo que sucede en dicha sociedad.
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¿Nos podríamos extinguir?

La tasa de natalidad es menor de lo que debería para el reemplazo del total de la población en EEUU, Australia, España y muchos otros países, pero la población global en conjunto sigue creciendo y envejeciendo.

A principios de este siglo las mujeres de entre 30 y 34 años tuvieron más hijos que las del grupo entre 25 y 29 años, y las mujeres de entre 35 y 39 superaron en maternidad a las del grupo de entre 20 y 24 años.

Actualmente, en Australia los embarazos adolescentes (entre 15 y 19 años) se encuentran igualados a los embarazos tardíos (de 40 a 44).

La calidad de los espermatozoides y los óvulos es más importante que las cifras. Mientras seguimos investigando qué significará calidad para las generaciones venideras, podemos estar seguros de que la infertilidad tiene relación con el aumento de las tasas de mortalidad. Los varones diagnosticados estériles tienen mayor riesgo de sufrir diabetes, cardiopatía isquémica y adicción al alcohol y a las drogas.

No se trata, en última instancia, de números, sino de calidad. No hablamos solo de las probabilidades de tener un hijo, sino de tener un hijo sano. Además, es importante saber que la fertilidad es un termómetro que mide la salud en general. Aunque nada indique que nos vayamos a extinguir pronto (o, al menos, no por cuestiones reproductivas), la calidad del esperma podría ser una señal de problemas de salud más amplios, y debería ser investigada más a fondo.The Conversation

Shaun Roman, Senior Lecturer, University of Newcastle

This article is republished from The Conversation under a Creative Commons license. Read the original article.

 

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