¿Importa la longitud de los telómeros para vivir más años con salud? Esto dice un nuevo estudio
El acortamiento de los telómeros (una estructura que protege nuestros cromosomas) se asocia con el envejecimiento, pero un nuevo estudio revela que tenerlos muy largos predispone a sufrir varios tipos de cáncer.
Como los remates de plástico en las puntas de los cordones –los herretes–, unas estructuras denominadas telómeros protegen los extremos de nuestros cromosomas, donde está depositada la información genética que se transmite de padres a hijos. En cada división celular, y a lo largo de nuestra vida, los telómeros se acortan –al igual que el herrete se estropea–, perdiéndose la protección. Cuando la longitud es tan corta que ya no ejerce su función, las células dejan de proliferar o, directamente, mueren.
Este sistema constituye un reloj celular que limita las divisiones celulares y, por tanto, está directamente relacionado con el envejecimiento. Pero también funciona como un control frente a la aparición de un cáncer.
El secreto de la telomerasa
Las células tumorales se caracterizan por dividirse sin control. Pero ¿por qué pueden hacerlo? O dicho con otras palabras, ¿por qué son inmortales?
El truco estriba en su facultad de activar la telomerasa, enzima celular que alarga o mantiene el estado de los telómeros y, en consecuencia, la capacidad de renovación y reparación de las células y los tejidos.
No es de extrañar que se hayan propuesto terapias basadas en la activación de la telomerasa. La idea es que extender el tamaño de los telómeros rejuvenece nuestro organismo o posibilita que envejezcamos de forma más saludable. De hecho, esta estrategia funciona muy bien en modelos de ratón y no se han encontrado evidencias de que predisponga a sufrir cáncer.
Mayor riesgo de sufrir cáncer
Sin embargo, un reciente artículo en la revista The New England Journal of Medicine ha puesto de manifiesto que los telómeros extensos sí estarían asociados a una mayor incidencia de esa enfermedad. Para llegar a esta conclusión, los científicos han estudiado 17 personas con mutaciones en una proteína, denominada POT1, relacionada con la longitud de las “fundas” de los cromosomas.
Según indican los resultados, los individuos con mutaciones en POT1 y telómeros extralargos son propensos a sufrir diferentes tipos de tumores, principalmente leucemias (tumores sanguíneos). Esta mayor incidencia no sólo se debe a una mayor longevidad celular, sino también a la capacidad de sus células de mantener unos telómeros largos durante su vida.
Otro hallazgo importante es que las generaciones sucesivas de estas personas muestran anticipación, es decir, una aparición más temprana de la enfermedad.
Todos estos datos apoyan la hipótesis de que la longitud de los telómeros proporciona una ventaja para la supervivencia de las células que van adquiriendo mutaciones somáticas (aquellas que aparecen de nuevo y no son heredadas de nuestros padres), aumentando el riesgo de padecer cáncer. Por contra, el desgaste normal de los telómeros en un individuo sano puede ser clave para prevenir el desarrollo de este tipo de dolencia.
Los autores denominan a esa predisposición fatal “síndrome pronearia” (del griego nearós, que significa juventud) y sus conclusiones desmontan la generalización de que los telómeros largos son buenos per se, basada en que su acortamiento acelerado causa envejecimiento prematuro.
En el término medio está la virtud
Estos resultados se inspiran en estudios anteriores que han demostrado que mutaciones en POT1 desencadenan alteraciones cromosómicas y teloméricas y producen varios tipos de cáncer, incluyendo leucemia, angiosarcoma y melanoma.
Es importante destacar que POT1 también participa en la protección de los telómeros. Por tanto, mutaciones en esta proteína desencadenan otras alteraciones de las protecciones cromosómicas distintas a su alargamiento que podrían participar en el desarrollo de un cáncer.
En definitiva, como dijo Aristóteles, en el término medio está la virtud: ni telómeros muy largos ni muy cortos son deseables para mantener una vida sana.
Victoriano Mulero Méndez, Catedrático de Biología Celular, Universidad de Murcia; Diana García-Moreno, , Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria (IMIB) ; Francisca Alcaraz-Pérez, Investigadora Postdoctoral, Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria (IMIB) ; Jesús García Castillo, Investigador postdoctoral. Biologia molecular, Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria (IMIB) y María Luisa Cayuela Fuentes, Investigadora, Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria (IMIB)
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
- Me gusta 0
- Me encanta 0
- Me divierte 0
- Me asombra 0
- Me entristece 0
- Me enoja 0