¿Hay más infecciones respiratorias que antes o solo estamos más atentos?
Los datos disponibles indican que este año no hay mayor número de infecciones respiratorias, ni más graves, ni tampoco provocan mayor mortalidad. Lo que sí ha cambiado es la actitud de la población, que busca atención sanitaria con más frecuencia que antes de la pandemia.
“¡Este invierno ya he tenido cuatro catarros! Antes de la covid era raro que cogiese uno…” Escuchar este comentario es cada vez más habitual en España. Para colmo, la atención primaria está saturada y las urgencias hospitalarias desbordadas. Las noticias nos avisan de que tenemos covid, gripe y ahora el virus respiratorio sincitial (VRS). ¿Qué ha cambiado?
A nivel de infecciones, apenas ha cambiado nada. Las epidemias de infecciones respiratorias, antes de la covid, ocurrían todos los años, sobre todo las causadas por el virus de la gripe y el VRS. El VRS solía aparecer en noviembre, mientras que diciembre lo lideraba el virus de la gripe.
Cada año, la intensidad de la epidemia variaba dependiendo de las características del virus de la gripe y de la población. La aparición del SARS-CoV-2 modificó completamente la epidemiología, cierto. Pero ahora tiende a normalizarse, solo que con un nuevo virus en el panorama.
¿Hay más infecciones respiratorias este invierno?
En España, hasta 2019 teníamos el sistema de vigilancia de la gripe, que utilizaba los resultados de las redes centinelas en atención primaria así como datos hospitalarios. De este modo, permitía estimar el número anual de casos de gripe, el tipo de virus gripal que circulaba y las hospitalizaciones y fallecimientos que evitaba la vacuna. A partir de la temporada 2020-2021, la covid-19 cambió las cosas. Y empezamos a vigilar la infección respiratoria global: el sistema de vigilancia de la gripe se transformó en sistema de vigilancia de infecciones respiratorias.
Esto ha supuesto un cambio importante. Sobre todo porque permite comparar el comportamiento de la gripe con años anteriores y conocer mejor la epidemiología de otros virus.
Del análisis de sus informes se pueden obtener datos interesantes sobre este invierno. Por ejemplo que, aunque la temporada gripal 2022-23 está siendo más prolongada de lo habitual, el número de casos es similar a otras temporadas prepandémicas. Existe cocirculación del virus de la gripe y del VRS, cuando antes de la pandemia el VRS disminuía con la aparición del virus de la gripe.
Con los datos disponibles no podemos decir que este sea un año de especial incidencia de infecciones respiratorias. Aunque la ausencia de vigilancia de otros virus previamente impide afirmarlo con rotundidad.
Menos hospitalizados
El Área de Investigación en Vacunas de FISABIO conduce desde hace 11 años un proyecto de investigación para el análisis de las hospitalizaciones por virus respiratorios. Y muestra que la incidencia de hospitalización en la temporada 2022-2023 (datos hasta final de enero de 2023) es discretamente menor que los 4 años anteriores a la pandemia, si bien hay variaciones por grupos de edad.
Si atendemos a los datos del EUROMOMO, que describe el exceso de mortalidad por países de la Unión Europea, esta temporada es ligeramente inferior al que se tenía en España antes de la pandemia.
Por tanto, no podemos decir que haya mayor número de infecciones respiratorias, ni más graves, ni tampoco que provoquen mayor mortalidad.
¿Qué está pasando entonces? ¿Por qué hay alarma social?
El comportamiento sanitario de la población requiere un análisis sociológico importante. Hay varios motivos que pueden explicar, en parte, la situación actual.
La población ha adquirido más conciencia de las infecciones respiratorias tras la covid-19. Antes de la pandemia “sólo había gripe”, cualquier catarro invernal era considerado gripe. Ahora se sabe que hay muchos otros virus y uno de ellos es más temido que la gripe, por lo que se busca un diagnóstico etiológico (“¿tendré coronavirus?”) y una atención sanitaria más frecuente que antes de la pandemia. De hecho, se estima que la demanda sanitaria por cualquier causa ha aumentado entre un 20 y un 40 % (datos no publicados de momento).
Este incremento de demanda recae, fundamentalmente, sobre la atención primaria, eslabón sanitario que está saturado y con el personal agotado y desmotivado. Como consecuencia, la población busca su atención en las urgencias hospitalarias, que no están preparadas (ni deben estarlo) para la atención de patologías no urgentes y no graves. Esto hace que se saturen las urgencias hospitalarias y haya amplias demoras.
La racionalización de la asistencia es todavía un deber importante de nuestro sistema sanitario. Para mejorar la atención en urgencias no hay que sobredimensionarlas, sino invertir en mejorar la atención primaria.
Añadido a todo esto, están a punto de autorizarse nuevas vacunas y terapias para prevenir el VRS. La sociedad está pidiendo información sobre el “nuevo” virus y su impacto, y los medios de comunicación están reportando continuamente sobre él manteniendo el nivel de alerta sobre las infecciones respiratorias.
Mezclemos la sobreinformación, el miedo a las infecciones respiratorias provocado por la pandemia y un sistema sanitario exhausto y el resultado, sin duda, será la saturación del sistema y la mayor alarma social que tenemos ahora.
Javier Díez, Jefe del Área de Investigación en Vacunas, Fisabio
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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