Estrés sobreactuado: el mal de las empresas. Qué es y cómo evitarlo
Por Daniel Colombo | ¿Alguna vez has dicho o escuchado “¿Estamos a mil”, “No llegamos con los tiempos” y “Aquí falta personal”? Posiblemente sí, ya que son tres de las frases más frecuentes que se escuchan en la mayoría de las empresas y organizaciones.
El estrés laboral por sobrecarga de tareas es una realidad: hay colaboradores tapados hasta la coronilla de listas interminables de trabajo, y otros, del mismo equipo, que actúan como si estuviesen siempre al límite; es decir que están los que trabajan de verdad, y los que “hacen que” trabajan.
Este comportamiento frecuente sucede en todos los niveles, y se manifiesta con una aparente sensación de que todo el mundo está sobrepasado de actividades y siempre al límite de sus posibilidades… incluso aquellos que hacen lo mínimo indispensable.
Sin dejar de considerar que, en efecto, hay muchas tareas que se acumulan quizás en unos pocos, y otros que no hacen lo suficiente, como observarás hay un efecto negativo en esta forma de apreciar el flujo de trabajo.
A veces, la falta de organización interna en una empresa, e incluso, en un equipo que depende de cierto directivo en particular, atenta contra la productividad de toda la organización. Por más procedimientos, normas, procesos y recursos humanos que se dispongan, hay gente que juega al estresado.
Al hacerlo, se produce un efecto halo alrededor, que impide ser más sensato para fijar prioridades entre urgente e importante; se delegan en forma poco asertiva las tareas, y el clima interno se ve enrarecido, convirtiendo los días de oficina en un infierno. Claro que puede haber momentos de exceso de tareas. Deberían ser las excepciones y no la regla, ya que mantenerse siempre al filo del “estoy extenuado”, “vivimos siempre al límite”, “no llego con todo lo que tengo que hacer” y “estoy hasta las manos” es altamente peligroso en términos de salud, además de una marcada baja del rendimiento laboral.
Hay que decirlo de una vez: No existe organización en la que todos los colaboradores, al mismo tiempo, estén tan sobre exigidos perpetuamente: pueden ser ciclos. Aunque hay una tendencia a exagerar y sobreactuar el estrés.
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¿Por qué se sobreactúa el estrés?
1. Por moda: está bien visto mostrarse “muy ocupado”, da signo de estatus e importancia vital; se pretende simular que esa persona es fundamental para que la empresa funcione.
2. Para evitar que los demás molesten: es un freno natural a quienes se acercan para pedir ayuda o consejos (“no vamos a molestarlo si tiene tanto trabajo…”)
3. Para reducir sus comunicaciones sociales: “no tengo tiempo, estoy siempre sobrepasado de trabajo” es una muy buena excusa en vez de decir “no tengo ganas de ir a tu fiesta”.
4. Para tener justificativos para ser desprolijo en los acuerdos con otros: así, podrás sentirte tentado a llegar tarde, a faltar a una reunión, a no hacer las tareas en tiempo y forma… porque estás muy ocupado/a.
5. Para evadirte de las responsabilidades reales: el aparentar tener muchos asuntos entre manos resulta tentador para muchos de los que hacen ruido pero no tienen con qué justificar su flujo de tareas.
6. Para reclamar en tercera persona y criticar a otros: “Yo hago lo que puedo, pero solo no da para más”; “Si no ponen a otra persona yo no podré cumplir con lo que me piden”. En este caso, se elude el planteo directo de reclamar y ayudar a encontrar soluciones si, efectivamente, hubiese un sobregiro de tareas que recae en una persona. También sirve para criticar a los demás (“Mírame al pobrecito mí, tapado de trabajo, y fulanito sin hacer nada”).
7. Para sentirse importante: se supone que quien maneja muchísimas cosas puede sentirse distinto a aquellos que manejan uno o dos temas cotidianamente.
8. Para escapar de sus problemas reales: el trabajo es una vía de evasión sumamente frecuente.
9. Para justificar el mal humor, la ira y las frustraciones: alguien super ocupado se supone que tiene motivos para sentirse así.
10. Para querer demostrar que es imprescindible: al no poner límites en el trabajo, la persona quiere llamar la atención de un superior al asumir más tareas de las que puede hacer normalmente. Se lo confunde con lealtad y con rendir al máximo, en detrimento de su propia calidad de vida y de lo que humanamente es posible realizar.
Cómo dejar de sobreactuar el estrés
Estos principios de productividad y efectividad pueden ayudarte a salir del círculo vicioso de “actuar de ocupado”:
a) Si eres de los que no hace nada e igualmente actúa el estrés: toma consciencia del daño que produces a los demás, ya que no aportas nada positivo.
b) En un pico de tareas, prioriza: empieza por aquellas más difíciles, e intenta delegar y pedir ayuda para todo lo demás. Trabaja por ciclos de una hora con diez minutos de descanso, para desconectar momentáneamente.
c) Involúcrate honestamente, y ofrece tu ayuda a los que están sobrecargados: no es necesario hacer todo tipo de tareas, aunque en una empresa se trata de trabajar en equipo. Si ves compañeros que están al límite, siempre hay algo que tú podrías hacer para ayudarlos.
d) Aprender a poner límites: si bien puede haber picos de productividad, busca mantener un equilibrio razonable.
e) Organiza la jornada: haz calendarios, agendas, reuniones con espacio entre una y otra; lleva pizarras con tres columnas (pendiente / en ejecución / finalizado) para que tomes consciencia a simple vista del flujo de trabajo que manejas.
f) No pospongas compromisos de satisfacción personales por el trabajo: fiestas de tus hijos, celebraciones importantes con amigos, son esenciales para tu integridad.
g) Di “No” con mayor frecuencia y, a la vez, propone formas de organizar el trabajo: te ayudará a sentirte mejor por dentro y a que la carga laboral sea más equitativa.
h) Ten registro interno del agotamiento: hay un termómetro que te indicará cuál es el límite de tu capacidad de producción y resolución de problemas; cuando llegas allí, es hora de descansar.
i) En momentos límite, prioriza el cuidado de tu salud física, mental y emocional: el estrés sostenido en el tiempo produce Síndrome de Burnout (del quemado), donde deberás estar fuera del circuito laboral hasta reponerte.
Foto: Shutterstock
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