El primer mapa que muestra cómo los humanos destruyen la biodiversidad
El sudeste asiático, una de las regiones con mayor biodiversidad del planeta, es la zona con mayor número de especies perjudicadas. Leones africanos, elefantes y tigres son algunas de las especies en peligro de extinción que sufren mayor impacto.
Las actividades humanas están ejerciendo una presión sin precedentes en el medio ambiente y decenas de miles de especies podrían verse afectadas. La deforestación, la caza ilegal, la agricultura o la urbanización están en el origen del declive de la biodiversidad. Pero ¿cuáles son las zonas más delicadas?
“El trabajo subraya lo avanzada que está la crisis de extinción y señala el número de especies que están en peligro. Es muy preocupante”, advierte James Allan
Para identificar las áreas donde las actividades causan más estragos a la vida salvaje amenazada, un equipo internacional de científicos, liderado por la Universidad de Queensland en Australia, ha elaborado mapas mundiales que señalan los países que provocan mayores impactos. Los resultados, publicados en la revista PLoS Biology, han permitido también delimitar las áreas donde las especies están menos amenazadas.
“El trabajo subraya lo avanzada que está la crisis de extinción y señala el número de especies que están en peligro. Es muy preocupante”, advierte a Sinc James Allan, primer autor del estudio e investigador en la Escuela de Ciencias Biológicas de la universidad australiana.
Según los mapas, en el 84 % de la superficie de la Tierra se producen impactos sobre las especies. La zona más peligrosa para animales y plantas es la que contiene la mayor biodiversidad del planeta: el sudeste asiático. En esta región se encuentran los cinco países más afectados del mundo: Malasia, Brunéi, Singapur, Indonesia y Tailandia. “Las selvas atlánticas de Brasil también están muy afectadas”, añade Allan.
Los investigadores localizaron la distribución de las actividades humanas más destructivas como la caza furtiva, la deforestación y otros cambios en el uso del suelo en los hábitats de 5.457 especies amenazadas de aves, mamíferos y anfibios en todo el mundo.
Los resultados revelan que una cuarta parte de las especies evaluadas, es decir 1.237, se ve perjudicada por amenazas que cubren más del 90 % de su hábitat. “Un 7 %, es decir 395 especies, está afectado por amenazas en toda su área de distribución, incluidos muchos grandes mamíferos”, declara el biólogo, quien destaca, entre cientos de ellas, a los leones africanos, los elefantes, los tigres, los cálaos rinocerontes y las ranas malayas gigantes.
El equipo de científicos teme que debido a esta distribución de las amenazas las especies en peligro de extinción disminuyan, y posiblemente se extingan en las zonas más sensibles donde no se adopten acciones de conservación. “Las especies totalmente afectadas se enfrentarán a la extinción”, lamenta Allan.
Las zonas refugio son la esperanza
La investigación también ha permitido identificar los últimos refugios, es decir, las zonas libres de amenazas donde las especies no están afectadas y pueden sobrevivir sin sufrir la presión humana.
Los mapas podrían ayudar a guiar las acciones para salvar a las especies. Pero, para ello, el primer paso es asegurar los refugios en áreas protegidas
“Estos ‘puntos fríos’ se encuentran en la selva amazónica, las montañas de los Andes, partes de Liberia en África occidental y también en el sudeste asiático, junto a algunas de las áreas más amenazadas”, indica a Sinc el científico.
Estas zonas brindan información esencial para la planificación de las acciones de conservación. Según los expertos, los mapas podrían ayudar a guiar las acciones para salvar a las especies. Pero, para ello, “el primer paso es asegurar los refugios en áreas protegidas para que no sufran impactos en esos hábitats”, sugiere Allan. De este modo, se evitará que cualquier amenaza humana surja en estos lugares.
El científico pone como ejemplo el caso del tigre, cuyo número de ejemplares se ha duplicado en Nepal gracias a los esfuerzos contra la caza furtiva. “Es necesario gestionar las amenazas para las especies más afectadas”, asevera.
James Watson, coautor del trabajo e investigador en la Universidad de Queensland y la Wildlife Conservation Society, confirma que la lucha activa contra este tipo de amenazas funciona. “Las especies se recuperan cuando las acciones de conservación tienen objetivos claros y están dotadas de buenos recursos”, concluye.
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