El Nobel de la Paz 2025: María Corina Machado y la promesa de un regreso
Oslo se vistió de gala para entregar el Nobel de la Paz a la líder opositora venezolana, quien no pudo asistir por mantenerse en la clandestinidad. Su hija, Ana Corina, fue la voz de millones en un discurso que estremeció al mundo y desafió directamente al dictador Nicolás Maduro.
La silla no estaba vacía, aunque ella no estuviera ahí. María Corina Machado, la «dama de hierro» que se convirtió en el símbolo de esperanza para Venezuela, fue galardonada este miércoles 10 de diciembre con el Premio Nobel de la Paz 2025. Y la verdad es que, aunque el protocolo en el Ayuntamiento de Oslo suele ser rígido, la emoción rompió cualquier formalidad cuando su hija, Ana Corina Sosa Machado, subió al estrado para aceptar el premio en nombre de su madre y de todo un país.
La imagen fue potente: una hija prestando su voz a una madre que lleva 16 meses en la clandestinidad, escondida pero no silenciada, resistiendo dentro de Venezuela.
Un mensaje desde las sombras
«He venido aquí para contarles una historia: la historia de un pueblo y su larga marcha hacia la libertad». Con esas palabras arrancó la lectura del discurso escrito por María Corina. No fue un lamento, sino una radiografía cruda de lo que ha vivido Venezuela bajo el régimen de Nicolás Maduro. La líder opositora denunció cómo la riqueza petrolera se convirtió en un mecanismo para comprar lealtades, mientras la pobreza escalaba a un desgarrador 86% y más de nueve millones de venezolanos se veían forzados a huir.
Pero hubo un momento que nos puso la piel de gallina a todos. Fue cuando habló del futuro, de ese reencuentro que sueñan las familias rotas por el éxodo. «Volveré a estar en el puente Simón Bolívar, donde una vez lloré entre los miles que se iban, para darles la bienvenida a la vida luminosa que nos espera», prometió Machado a través de la voz quebrada de su hija. Es esa promesa de «volver a casa» la que mantiene viva la llama de millones.
Aquí puedes leer el discurso completo en español
El mundo mira al dictador Maduro
Si alguien pensaba que el Comité Noruego del Nobel iba a ser diplomáticamente tibio, se equivocó. Jørgen Watne Frydnes, presidente del comité, no se anduvo con rodeos. En un hecho poco común, interpeló directamente al dictador venezolano: «Señor Maduro, debe aceptar los resultados de las elecciones y dimitir».
Frydnes recordó nombres propios, víctimas reales de un sistema que calificó de brutal. Habló de Samantha Sofía Hernández, una chica de 16 años secuestrada por fuerzas de seguridad; de Juan Requesens y del horror de El Helicoide, la cámara de tortura más grande de América Latina. «Esto es el régimen de Nicolás Maduro», sentenció, dejando claro que el mundo ya no puede mirar hacia otro lado bajo la excusa de la ideología.
Las actas de la verdad
El discurso también sirvió para reivindicar la gesta cívica del pasado 28 de julio de 2024. No fue solo una elección; fue una operación de defensa del voto donde miles de ciudadanos, armados solo con teléfonos y valentía, digitalizaron las actas que probaban la victoria de Edmundo González Urrutia con un 67% de los votos.
«Los soldados desobedecieron», relató Ana Corina, recordando cómo los militares se negaron a reprimir a los voluntarios que protegían las pruebas del triunfo. Y es que, al final, la tecnología se convirtió en una herramienta de libertad, permitiendo que la verdad saliera a la luz antes de que el régimen pudiera destruirla.
La ceremonia en Oslo termina, pero el eco de este Nobel apenas comienza. No es solo un premio; es un recordatorio de que, a veces, la paz no es la ausencia de conflicto, sino la terquedad de no rendirse ante la injusticia. Como bien dijo la nueva Nobel: «La libertad es una elección que debe renovarse cada día».
Con información de Nobel Prize | Foto: Jo Straube
- Me gusta 0
- Me encanta 0
- Me divierte 0
- Me asombra 0
- Me entristece 0
- Me enoja 0