Cómo superar las traiciones: una mirada sobre el ser fiel y la lealtad
Por Daniel Colombo |
¿Ser fiel o ser leal? La diferencia está en una línea fina entre los dilemas éticos humanos. Cuando los tiempos están convulsionados, se tienden a desplazar estos límites, y así se generan situaciones que frustran, lastiman y decepcionan.
Qué significa ser fiel
Todo parte del principio de la confianza. En términos formales, ser fiel tiene que ver con acuerdos entre personas en el marco de cualquier tipo de vínculo que se mantenga -relaciones, trabajo, amistad, familia-.
El concepto de fidelidad se basa en ciertos pilares o principios compartidos, llamados valores, explícitos o tácitos, entre dos o más personas en pos de un objetivo común.
La fidelidad se basa en un marco de promesas que realiza cada parte sobre las bases del comportamiento que se establece como apropiado para el vínculo. Se busca que sea una promesa de compromiso a través de la que queda definido un estado del futuro en construcción entre ambos.
El condimento esencial en el ser fiel es el de la responsabilidad por los actos y ser consecuente entre lo que se promete, lo que se piensa, dice y se hace. Esta congruencia, sostenida en el tiempo, sienta las bases de un vínculo de fidelidad.
Como se trata de cuestiones basadas puramente en las relaciones humanas, duele mucho cuando se da un hecho de infidelidad, -que excede lo que comúnmente asociamos con lo amoroso, ya que se puede ser infiel en cualquier ámbito-.
La lealtad
La lealtad implica un nivel de ser fiel y consecuente a rajatabla, en este caso volcado a una causa, un proceso, una tarea en conjunto.
Como se basa en ciertos preceptos que hay que seguir, y que son casi iguales para todos los que adhieran, ser leal significa gestionar apropiadamente los acuerdos que llevan a un correcto desenvolvimiento de ese pacto.
Por ejemplo, en doctrinas ideológicas de cualquier tipo se habla del principio de lealtad como algo que buscan que sea inquebrantable, porque cuando se pierde este precepto fundacional, se pierde el sentido.
El caso típico es cuando estalla un caso de corrupción en una empresa o gobierno, y empiezan a quebrarse las lealtades de muchos involucrados.
En este caso aparece como protagonista el componente del compromiso: se promueve un apoyo mutuo en una relación de pares por una causa que los une.
Esto difiere un poco del ser fiel, puesto que en ese caso puede existir un compromiso que acaso puede ser impuesto por una de las partes y no precisamente definido por la relación de iguales. De allí que haya tantas versiones de “qué significa ser fiel” (por ejemplo, en una relación amorosa) como personas existen en el mundo.
Características del ser fiel, y de la lealtad
Una aproximación a estos rasgos lleva a concluir que alguien fiel es una persona que cumple sus promesas; mantiene los acuerdos (lealtad) en el tiempo; mantiene ese principio por más que cambien las circunstancias, y ha dado su promesa en tal sentido.
En la lealtad, la persona siente obligación -espontánea o impuesta- de cumplir con sus pactos con otro, una institución, una causa, su patria o lo que considera mejor para si de acuerdo a su marco de ideas. También se manifiesta como gratitud, cooperación, acompañamiento y visión en común sobre ciertas cuestiones, y se basa en acuerdos.
8 consejos para superar una traición
La fidelidad y la lealtad son plataformas de las relaciones humanas; por eso es justamente este rasgo lo que las convierte en vulnerables a las traiciones. Estos consejos pueden ayudarte:
1. Busca poner en un plano objetivo la situación. Difícilmente puedas hacerlo con emociones turbulentas. Es conveniente dejar pasar un tiempo prudencial, y analizar desmenuzando los hechos más que la respuesta automática emocional de tu parte.
2. Date tiempo y no reacciones en caliente. Este punto es fundamental, ya que lo que parecía hervir en tu interior irá bajando la temperatura con el correr de las horas y días. Esto permite tener una mirada más compasiva y amplia sobre la traición, para tomar mejores decisiones.
3. Si la persona te importa, acláralo. Esto significa que buscarás entender, que no es lo mismo que justificar. Recuerda apoderarte de la comunicación hablándolo en primera persona (“Lo que yo siento…”, “Esto me impacta en lo personal…”). En cualquier caso, el ser sufriente tiene una parte de la visión de la situación (basada en lo que le impacta negativamente). Habrá que intentar considerar también la otra mirada, para poder elegir mejor.
4. Si la persona no es relevante, puedes considerar dejarlo pasar. Entregarle tu poder a algo que carece de importancia para ti es como azuzar un fuego para seguir cociendo la traición a fuego lento. En vez de eso, resignifícalo, por ejemplo, sabiendo que con dicha persona no mantendrás ese tipo de acuerdos de aquí en más, y haciéndoselo saber a su tiempo. Ya sabes que no podrás volver a formalizar pactos o acuerdos.
5. Evita sumar juicios que no conducen a tu mejor estado interno. El culpar al otro es una reacción entendible cuando estás con las emociones alteradas. Sin embargo, no aportará ningún tipo de claridad, empezando por ti.
6. El perdón. Cuando se producen hechos de traición y el otro es muy importante para ti, puedes considerar esta opción. El perdón siempre empieza por ti y termina en ti: es un acto de humildad íntima contigo, que involucra al otro en cierto nivel. Perdona los juicios hacia ti mismo frente a esa situación, y busca disociarlos de los “hechos” (circunstancias). Son dos cosas distintas.
7. Se sincero y honesto. Esta clave te permitirá usar la asertividad al comunicarte para que el otro sepa de primera mano cómo te sientes. Vence el temor a expresar claramente tu dolor; y ten la certeza de que el tiempo encaja las cosas en su lugar.
8. Da vuelta la página. A veces conviene ser frío al tomar estas decisiones. Entrénate en saber cuándo dejar de librar todas las batallas para tener paz interna; en esto, el perdón y el paso del tiempo con su aliado, el poner las cosas en su lugar, serán tus mejores ayudas.
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