Comer y estar presente
Por Eli Bravo |
Hace unos días me di un banquete con una docena de ostras. Se que para algunas personas la simple idea de comerse una les revuelve el estómago, y si ese es tu caso, espero que puedas seguirme hasta el fondo, sin importar las formas. Aquella selección incluía diversas especies; desde las pequeñas Kumamotos con su toque dulce y afrutado, hasta las generosas Pemaquid, muy carnosas y algo cítricas. El simple hecho de tener aquella bandeja de conchas y hielo frente a mis ojos me llenó de placer. Por unos instantes pensé en la bendición de estar allí, y recordando que en ese mismo instante millones de personas estaban sin alimento, agradecí mi fortuna al poder darme ese gustazo. Luego respiré el aroma oceánico que se alzaba y puse manos a la obra.
Aquel fue un ritual de calma, saboreando la textura, la temperatura, los rastros minerales, las corrientes marinas que aquellas ostras habían filtrado y que ahora llegaban a mi paladar. Pensé en el largo viaje de aquellos seres submarinos, en todas las personas que de alguna forma intervinieron para que su frescura se mantuviera casi intacta, en el entramado logístico que trajo la bandeja hasta mi mesa. Entre una concha y otra me entretuve con un trago de Sancerre (de nuevo, asunto de gustos, pero este vino y el Albariño parecieran haber sido creados pensando en un plato de ostras) y cuando la docena se extingió me descubrí profundamente feliz. Satisfecho, más allá del apetito.
¿Quién dijo que una experiencia de mindfulness no puede ser una aventura sibarita?
Haberle prestado atención a cada instante del comer me permitió disfrutar aquellas ostras a otro nivel. De no haberlo hecho, podría habérmelas zampado en minutos o haberme distraído con otros pensamientos mientras tragaba, sabiendo que comía, pero sin realmente apreciar el acto. Habría sido comer por comer, en piloto automático, como si no hubiese estado allí, como cuando terminas de hacer algo y luego no recuerdas como lo hiciste. ¿Te suena familiar?
Poner la atención al comer es una de las formas más directas de estar presentes y alimentarnos mejor. Uno de los beneficios de esta práctica es que disfrutamos más los sabores y la experiencia. La otra cosa que sucede, y esto puede que no traiga las mejores noticias, es que comenzamos a notar los impulsos que nos llevan a elegir nuestros alimentos y el efecto que causan en nuestro cuerpo.
Detenerte a sentir lo que pasa en tu cuerpo y mente antes, durante y después de comer, puede ser todo un descubrimiento. Posiblemente encuentres que pones mucho cuidado en tu alimentación, quizás incluso, hasta un punto que resulta casi obsesivo. También puede ser que vas como un Pac-man por la vida y así te debates entre la gula y el remordimiento. O que te la pasas diciendo que la salud es lo más importante pero luego comes de forma que acabas con ella.
Si le prestaras atención a tu alimentación durante las próximas 24 horas, si te dedicaras a realmente sentir mientras comes ¿Qué crees que descubrirías?
Te adelanto algo de lo que podrías encontrar: mantener tu conciencia plena al alimentarte, siendo mindful, consciente de lo que comes, te abre la oportunidad de elegir aquello que es mejor para ti. Y que en lugar de reaccionar ante un estímulo tentador tienes la opción de hacer una pausa y escoger algo distinto que sea para tu real beneficio. Suena bien ¿no? Y la verdad, es más sencillo de lo que piensas.
No vayas a creer que convierto cada cena en un experimento sensorial. No toda cena es una sinfonía de ostras. Pero sea un mango maduro, una ensalada de quinoa, un bistec medio-rojo o un chocolate oscuro, procuro llevar mi atención al acto de comer para llenarme de lo bueno que trae el plato. Esto me permite elegir, saborear, disfrutar, y sobre todo, darme cuenta de cuando ha sido suficiente y estoy entrando en el terreno de los excesos. Creo que esto ha sido clave para seguir usando la misma talla de pantalones por décadas, mientras me doy la libertad de ser un foodie capaz de comer de todo, al menos una vez.
Y finalmente, ya que hablamos de alimentación, si te preguntas cuáles son las propiedades de las ostras, te cuento que están cargadas de zinc, vitamina B12, hierro y proteínas. Son bajas en grasas y si te las comes con limón… son una excelente dosis de vitamina C.
Eli Bravo | EliBravo.com | Twitter: @EliBravo | Facebook: Eli Bravo | Instagram: Eli Bravo
Foto: Ostras / Shutterstock
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